"Se podría decir que la incidencia presupuestaria del Ministerio de Educación cae como consecuencia del aumento de recursos que recibió la Ciudad durante el Gobierno de Macri (coparticipación, fondos federales por fuera de la misma, el traspaso de la Lotería Nacional, la cesión de activos para su remate, la reducción del aporte porteño al Hospital Garrahan), que bien pueden haber significado un extra de recursos para otros rubros probablemente más esenciales todavía que la educación, aún con un aumento en la inversión educativa, pero los números muestran que la decisión política estuvo lejos de considerar de máxima esencialidad la tarea de enseñar y aprender: respecto de 2015, el Ministerio de Educación porteño había perdido en 2019 casi 12 puntos frente a la inflación y en plena pandemia cinco puntos adicionales, llevando la caída real de los fondos a 17%: el presupuesto del Ministerio de Educación en 2020 fue 83% en términos reales de lo que era en 2015. ¿Y la prioridad? No, acá tampoco."
Escribimos en el destape, junto con Hernán Herrera:
La discusión que se ha dado este año en torno al porcentaje sobre la coparticipación federal de impuestos que debería corresponderle a la Ciudad no es sólo una discusión sobre el costo de servicios de seguridad transferidos (o asimismo de su oportunidad y conveniencia). Es un debate más profundo, que tiene que ver con pensar qué tipo de país y ciudad queremos y cómo corregir no solamente inequidades presupuestarias regionales sino imaginar cambios de fondo en la estructura económica y en la distribución poblacional.
A pesar de que el kirchnerismo dejó el gobierno nacional hace casi 2 años, su derrota permanece presente en el imaginario colectivo, conservando a pesar del paso del tiempo cierto aire de frescura, hasta de novedad para la mayoría de la población. Esta sensación, que no llega al nivel de una idea, (que antecede y de hecho influye en la generación de otras ideas) es uno de los principales éxito de la alianza gobernante: El kirchnerismo actúa el deseo del otro, su oponente. Se ha vuelto un fenómeno paradojal: derrotado pero amenazante, muerto pero vivo, sin capacidad real de ganar elecciones, pero con un caudal de votos suficiente para hegemonizar el campo opositor, o al menos ser su figura más relevante, y también, de atomizar el campo opositor.
Esta funcionalidad del kirchnerismo a la coyuntura actual, no es otra cosa que su verdadera derrota, e incluye en su interior aquéllas que se hicieron síntoma visible cada domingo que se celebró elecciones en 2013, 2015 y 2017. Mucho se especula sobre cómo el electorado cada vez es más dinámico y errático en sus elecciones, como si (exagerando) la elección sólo fuera una foto del estado de ánimo de un día o una semana, y no una tendencia que se elabora día a día, todos los días, hasta que el acto eleccionario se traduce en porcentuales.
Este enfoque, que privilegia la idea de que se perdieron tres elecciones, representa uno de los grandes obstáculos a deconstruir si el campo nacional y popular desea alterar sus condiciones actuales de existencia. Formular las derrotas electorales como hechos aislados impide ver un proceso constante de distanciamiento de la fuerza política con su electorado potencial, el cual, como espejo de esta actitud, representa esta distancia mermando cada día un poco más su apoyo.
Este enfoque, que en su insistencia eterniza la derrota, tiene una zona de confort, una derivada positiva a la lamentable coyuntura que impone, un goce: si se pierde sólo cuando se abren las urnas, cuando es visible y objetiva, el resto del tiempo la idea de derrota (dado que no tiene sustento material, numérico) puede ser sometida a discusión y debate, al punto de, en la fiebre de la intangibilidad discursiva, negarla o transformarla en victoria. Si la idea de debate puede ser sometida a polémica, quien tiene el poder de generar las condiciones de ese debate (la dirigencia que adscribe a este enfoque) pone condiciones para dirimir esta polémica que hacen que sólo se escuche una voz, la voz que representa esta visión. Cualquier semitono que intente disonar rompe la melodía del flautista que camina hacia el abismo. La represión y el silencio, el ahogamiento del debate, se hace con las mismas excusas que construyeron este plan quinquenal de errores (2012 – 2017), con acusaciones de las más variadas: Son inorgánicos, libres pensadores, traidores, especuladores, esbirros de Magnetto, pequebues, troskos, pejotistas, lo que sea con tal de que la pureza de ese clarinete no sea interferido. Si se profundizó y profundiza esa distancia de los dirigentes con sus bases, es difícil esperar milagros de un electorado que desde siempre cuenta con amplias porciones menos ideologizadas.
La última campaña tiene buenos ejemplos para sustentar esta visión: alegremente Cristina y toda su fuerza política basó el contenido de su campaña en dos ideas:
1. La “estafa electoral” ocurrida en la elección presidencial de 2015 (mintieron prometiendo cosas que después no hicieron), refutada por el resultado electoral reciente, en el que no solo los “estafados” siguieron apostando por el gobierno, sino que lograron por lejos supremacía sobre aquella fuerza que “no estafa”.
2. La otra, es la apelación a ser la voz de los lastimados por el “ajuste”. A pesar de los esfuerzos de contener discursivamente a la clase media, esa apelación colocó a Unidad Ciudadana como el nucleador de la fuerza de los pobres, en un país donde el 80% se siente “clase media”. Una exagerada (y mala) lectura materialista, que no atiende las tensiones presentes entre “clase de pertenencia” y “clase de referencia”. Ese sesgo, que, minimiza y denosta las aspiraciones y subjetividades que la materialidad produce en el sistema capitalista, hace que el mensaje sea para un nicho demasiado específico si es que realmente se tiene vocación de mayorías.
Este magro diagnóstico, errado que a la luz de los resultados de las legislativas de 2017, no sólo no ha permitido
ampliar la base de sustentación de este proyecto, sino que muestra, casi impúdicamente, los kilómetros de distanciamiento de los dirigentes respecto al humor social actual, luego de más de 5 años de divorcio con la realidad. Este plan quinquenal de errores incluye casi como acto fundante el eterno retorno sobre sí mismo, como si la batalla en la vida pública hubiera sido ganada de una vez y para siempre con el 54% obtenido en 2011, y todo lo que quedara por delante es ganar la “disputa interna”. Así las cosas, es difícil pensar en la autocrítica como un goce onanista intelectual y se nos presenta a las claras
como el motor de nuestra historia futura. No hubo estafa electoral, porque Cambiemos cumplió su principal promesa: sacar al kirchnerismo del gobierno y eso, por todo lo dicho antes, sigue pagando electoralmente. No hay que parar el ajuste, porque gran parte de la sociedad no responsabiliza al gobierno de ser el causante del mismo.
Pues bien, pero qué es la autocrítica: la visión fantasmal que construyen quienes resisten a ella es una especie de caza de brujas (de dirigentes, de representantes, de alguna parte de la alianza que componía el viejo kirchnerismo) combinada con una mirada crítica de tácticas que a las claras resultaron equivocadas: el manejo de la comunicación, la forma en que atravesamos la restricción cambiaria, el manejo de la estadística oficial, etc. En definitiva, un debate de actores y de acciones, pero no de ideas.
Por el contrario, el debate que urge comenzar, saldar y operativizar, es netamente filosófico y estratégico: se impone actualizar un sueño que incluya a las mayorías, desde una visión que ponga énfasis en el futuro bienestar que traerá la ejecución de este proyecto político, y obviamente el distanciamiento de lo que la sociedad ha juzgado como pasado. Dicho de otro modo: ofrecer un proyecto saneado, sin tolerancia a los discursos que relativicen o minimicen los errores pasados, y una propuesta que genere pertenencia, pregnancia y aspiración. No hace falta agregar que para construirlo, el diagnóstico del estado de los sueños y deseos de la sociedad no puede ser producto de especulaciones en mesas de convencidos, sino que debe partir de un insumo externo, basado en el método científico: la única forma que a hoy encontró la humanidad de conocerse a sí misma. Luego, sobre ese diagnóstico, se monta la visión doctrinaria con la actualización que requiera la coyuntura.
Sin este desarrollo, no hay futuro. Puede estar Cristina, puede retirarse, puede haber unidad de todo el arco opositor, puede haber dispersión, puede ocurrir cualquier cosa, menos volver a ganar una elección. Votar es soñar, sin sueños no hay votos.
Ahora bien, el desafío es aceptar lo que el diagnóstico arroje y no pelearse con él, sino pensar intervenciones que modifiquen la situación actual. Para ello, la fortaleza doctrinaria es indispensable: como dijo Juan Perón “Anteponer primero los intereses de la Patria; preservar, luego, la unidad y la solidaridad en nuestro Movimiento sacrificando los honores personales”.
* Después de mucho tiempo tenemos una pluma invitada (en este caso bajo un seudónimo, por decisión de quien escribe). Es una idea que charlé ya hace tiempo con algunos amigos y espero que la experiencia continúe. Me parece que amplía y enriquece el análisis que se puede leer en este blog. FR
Después de mucho tiempo vuelvo a escribir por acá. Razones muy personales me tuvieron alejado, pero con una cierta perspectiva de que las cosas van volviendo a su cauce, puedo darme el gusto de tirar algunas impresiones sobre la elección de ayer.
Con los resultados casi en la mano, es lógico empezar por la provincia de Buenos Aires: en los días previos mi análisis era que cualquier resultado en que CFK no alcanzara los 40 puntos o saque más de seis y pico de diferencia era para ella una derrota. Sin embargo, la forma en que el Gobierno manejó la carga de los datos le terminó dando otras perspectivas y le puso cierta épica a su elección a pesar de no lograr doblegar a lo que a priori era un mal candidato del gobierno (nota mental: revisar mi tesis no escrita de que los ex ministros de educación son malos candidatos; si bien hay abundante sustento empírico la conclusión podría no ser del todo ajustada a la realidad).
El punto es que probablemente el escrutinio definitivo la deje como ganadora, aunque por un margen tan exiguo como necesario: la polarización llegó para quedarse y barrer con Massa y Randazzo (este último un notable caso de revoleo de una promisoria carrera política de esos que abundan por nuestras tierras).
Tengo la tentación de creer que la mayor parte de los votos que fuguen de los dos ex funcionarios kirchneristas termine en la vereda amarilla. Al menos lo induce alguna encuesta que vi por ahí respecto de la imagen que sus votantes tienen del gobierno nacional:
Claro está, hay que ver cuanto de esa fuga no se produjo ya, teniendo en cuenta la caída de estos candidatos respecto de elecciones y/o encuestas anteriores, pero tengo la impresión de que cualquier victoria, por mínima que sea, deja a Cristina más o menos en carrera. Habrá que ver, la realidad es tan dinámica en nuestro país que es imposible saber que va a pasar mañana mismo.
Si bien creo que a la luz de los resultados podemos tapar a Randazzo con diarios mientras extraemos conclusiones respecto de qué no hacer en política, no sé si ocurre lo mismo con Massa. Al igual que Lousteau, sale malherido de la contienda, pero es difícil saber si no tiene chances de montar su propio "partido del ballotagge", sobre todo si CFK pierde. Me explico:
Si observamos los resultados a nivel nacional, la suma del PJ/kirchnerismo supera al oficialismo aún sin contar a Massa. Si CFK quedara afuera, el peronismo no tiene mucho más que a Urtubey para ofrecer, y Massa podría entrar en competencia si logra recrear una alianza como la que en 2015 tuvo con De la Sota pero esta vez con algún gobernador más. Dependiendo cómo le vaya al gobierno en el futuro (y en este punto no sé si al Gobierno no le termina conviniendo una derrota ajustada con CFK), Massa podría caer bien parado.
¿Me fui de mambo explorando el 2019 con los resultados de unas PASO? La respuesta es sí, claro. El Gobierno gana la elección con apenas unos puntos más que los que significaron una derrota del kirchnerismo en 2009 y 2013 (cierto que además se perdió la Provincia de Buenos Aires, aquí está por saberse), y su futuro depende mucho de que la economía empiece a repuntar, más aún si saca de la cancha a Cristina Fernandez de Kirchner y no tiene adeversarios de techo bajo con quien polarizar.
Lousteau parecería ser otro caso del manual de la destrucción del propio futuro, aunque sino aparece otra figura que ocupe su espacio (dudo que Carrió se presente para Jefa de Gobierno por afuera del PRO), podrían recrearse las condiciones que se dieron en 2015 frente a Rodríguez Larreta (como Vidal, pero más acentuado en su caso, tributario de la suerte del Gobierno Nacional y con un diseño electoral en el que se necesita el 50% de los votos para ganar).
Quedan algunos gobernadores en terapia intensiva en provincias como San Luis, Córdoba, Entre Ríos o Santa Cruz. El peronismo de Santa Fe gana las PASO pero no hay buenos antecedentes de que los votos de los derrotados se queden con Rossi. El socialismo santafesino, que Dios lo tenga en la gloria.
No tengo mucho más, mañana vota el mercado en la renovación de Letras del Banco Central, supongo que fue esa elección la que impulsó las maniobras con el escrutinio; sin esta tapa, el mercado no iba a responder con el corazón:
Que aparezca Santiago Maldonado.
* Imagen del gol de Sergi Roberto en la histórica remontada del Barcelona frente al Paris Saint Germain de la pasada Champions League. Por esas cosas de la vida, el Barcelona se quedó afuera en la fase siguiente.
Hoy se publicó en el Boletín Oficial el Decreto 254/2015, firmado por Macri, Marcos Peña y Andrés Ibarra, donde se instruye a Ministros, Secretarios de la Presidencia, Autoridades Superiores de Organismos Descentralizados, Empresas y Sociedades del Estado de la Administración pública Nacional a revisar las contrataciones de personal efectuadas en sus áreas hasta tres años para atrás.
No es una novedad, sin duda, avisaron hace rato que lo iban a hacer.
El problema es que van a echar miles de empleados públicos, seguramente con la excusa de que se trataba de "ñoquis". Esto tampoco es una novedad. como hicieron en la Ciudad, le tirarán a los medios algunos casos llamativos y con ello justificarán miles de despidos:
La experiencia de estos años de macrismo en la Ciudad no muestra un achicamiento del Estado, sino más bien lo contrario:
Macri: "En la Ciudad hemos capacitado y tenemos la misma cantidad de gente que el primer día..." pic.twitter.com/m1PJDC1uY3— Fernando Renzi (@fernandorenzi) marzo 6, 2015
No obstante, las necesidades de cubrir cargos en las tres principales estructuras estatales del país (el equipo de Vidal, por ejemplo, parece que resultó ser de Voley Playa) hace probable que esta vez se vea el despido masivo de agentes de la administración pública como una "oportunidad" para reducir el déficit fiscal (aumentado fuertemente por la decisión de transferir recursos al "campo" vía eliminación y reducción de las denominadas retenciones). Algunos tienen que pagar, claro.
Obviamente el despido de miles de empleados públicos impacta en la economía vía consumo, por lo que no serán ellos los únicos perjudicados.
Aclaro por las dudas que yo dejo mi cargo mañana, pero son las reglas del juego. Las conozco, las entiendo y las comparto. Muy distinto es el destino de muchos laburantes que por el motivo que fuera llegaron al Estado (los concursos abiertos de ingreso son una especie demasiado rara, lamentablemente).
Esperemos que la justicia, tan presurosa en correr en auxilio de los poderosos, brinde amparo a quienes a partir de hoy se convierten en un número en una planilla de excel o, lo que es peor, en alguien a quien perseguir y castigar por sus ideas políticas.
Todo pasa y todo llega. Pasaron las elecciones y llegó el momento de despegar a Mauricio Macri de la causa por espionaje en la que estaba procesado. El fiscal Di Lello pidió su sobreseimiento.
Bien reza el dicho que "hay que pegarle al chancho para que aparezca el dueño". Ayer nomás hablábamos del decreto de CFK que se hacía cargo de la sentencia de la Corte Suprema de Justicia que podaba uno de cada seis pesos que recibe la ANSES. Decíamos específicamente:
"elfallo de la Corte que devuelve a las provincias el 15% de fondos coparticipables que servían para financiar a la ANSES, muy bien explicado en este post del blog Nestornautas, ponía en primera fila del ajuste a los jubilados y a quienes reciben distintos beneficios sociales como la Asignación por Hijo o el Plan Progresar, todo en pos de pagar los votos macristas de las provincias de Córdoba y San Luis y de dar un marco de fondo a un replanteo del Fondo de Garantía de Sustentabilidad, que prácticamente debería ser entregado a las provincias (porque obviamente todas se van a colgar de un fallo que le reconoce a San Luis, Córdoba y Santa Fe una deuda de la Nación de unos 90.000 millones de pesos). La excusa perfecta para que el Estado Nacional entregue las acciones de empresas (como Clarín), que tiene la ANSES en su haber. Acciones y capacidad de incorporar funcionarios a los directorios, ni más ni menos. Cristina Fernández de Kirchner, a pocos días del final de su Gobierno, tuvo una de esas reacciones que obligan a mostrar las cartas que tiene cada uno en la mano: emitió un decreto de necesidad y urgencia acatando el fallo de la Corte, pero especificando que los fondos que la ANSES dejará de recibir deberán ser cubiertos por el Tesoro. De esta forma, sabremos en definitiva si el fallo era una carga para el próximo gobierno o era en realidad funcional: la fórmula de la movilidad jubilatoria y las asignaciones (que siempre dio por encima de cualquier índice de inflación estatal, privado o cachivache) es lo que está en juego, y tendrá Macri que blanquear sus intenciones modificando el DNU o dejándolo como está.
Hoy nos desayunamos con las tapas que ilustran la nota. Para Clarín, que no consideró como tema de tapa el fallo de la Corte días atrás, Cristina "avanzó sobre un fallo de la Corte" y "extendió a todos los distritos" su alcance. La reacción de Macri, hoy mismo fue:
Ahora bien, según explica la página web del Centro de Información Judicial, dependiente de la Corte, el fallo implica:
La consecuencia de la decisión resulta ser que el Estado Nacional deberá: (1) cesar en forma inmediata de detraer esos fondos bajo apercibimiento de ordenar al presidente del Banco Nación que cumpla con la orden en el plazo de diez días; (2) devolver a las provincias la suma retenida indebidamente desde el 1° de enero de 2006 más los intereses que correspondan. A fin de hacer efectiva esta condena, la Corte Suprema fijó un plazo de 120 días para que las partes acuerden la forma y plazos en que el Estado Nacional reintegrará las sumas debidas a las provincias, con la advertencia de que, en caso de incumplimiento, la determinará el Tribunal en la etapa de ejecución de sentencia.
Cuando Macri dice que la Presidenta no quiere colaborar, ¿a qué se refiere? Si su decisión es ajustar y poner como escudos humanos a los jubilados y a quienes cobran al asignación por hijo, ¿por qué el Gobierno que sale debería ayudarlo?, ¿por qué motivo el Gobierno Nacional debería discriminar a 20 provincias y una Ciudad Autónoma en el reparto de la coparticipación si la Corte declaró inconstitucional el artículo 76 de la ley 26.078, que se aplica a todas las jurisdicciones? En definitiva, el Decreto de Necesidad y Urgencia firmado por CFK garantiza que la ANSES pueda continuar con su nivel de prestaciones. La decisión de devaluar, eliminar retenciones y reducir subsidios son parte de la agenda del Gobierno que viene, que llega con respaldo en las urnas para hacerlo. Las consecuencias sociales y económicas de lo que en definitiva es una brutal transferencia de ingresos hacia los sectores más acomodados de la sociedad, tienen un costo, y es poco razonable pretender que lo pague un Gobierno que durante 12 años se negó a ir en esa dirección.
Días atrás comentábamos respecto de los intereses que se agolpan detrás de la llegada de Macri al Gobierno y cómo se pueden saldar sus demandas: devaluación, baja de retenciones, eliminación de subsidios, pago a los fondos buitre, regreso al FMI, etcétera. Decíamos que la ausencia de una crisis terminal del Gobierno como la que precedió al invierno neoliberal de los 90 o a la devaluación, retención de depósitos y pesificación asimétrica posterior al final de la Alianza dificultaban la toma de decisiones en este sentido porque, básicamente, implican una transferencia de ingresos del 90% de la población al 10% más rico.
Algunas señales son muy preocupantes: a mi humilde modo de ver, si el tren fantasma pasa por al lado del equipo económico de Mauricio Macri seguramente descarrilaría del susto. De la mano de los intereses corporativos arriba citados tenemos un verdadero desembarco de sus gerentes en el Gobierno. Nada parece indicar que pueda haber un intento serio de contenerlos.
Por otro lado, el fallo de la Corteque devuelve a las provincias el 15% de fondos coparticipables que servían para financiar a la ANSES, muy bien explicado en este post del blog Nestornautas, ponía en primera fila del ajuste a los jubilados y a quienes reciben distintos beneficios sociales como la Asignación por Hijo o el Plan Progresar, todo en pos de pagar los votos macristas de las provincias de Córdoba y San Luis y de dar un marco de fondo a un replanteo del Fondo de Garantía de Sustentabilidad, que prácticamente debería ser entregado a las provincias (porque obviamente todas se van a colgar de un fallo que le reconoce a San Luis, Córdoba y Santa Fe una deuda de la Nación de unos 90.000 millones de pesos). La excusa perfecta para que el Estado Nacional entregue las acciones de empresas (como Clarín), que tiene la ANSES en su haber. Acciones y capacidad de incorporar funcionarios a los directorios, ni más ni menos.
Cristina Fernández de Kirchner, a pocos días del final de su Gobierno, tuvo una de esas reacciones que obligan a mostrar las cartas que tiene cada uno en la mano: emitió un decreto de necesidad y urgencia acatando el fallo de la Corte, pero especificando que los fondos que la ANSES dejará de recibir deberán ser cubiertos por el Tesoro. De esta forma, sabremos en definitiva si el fallo era una carga para el próximo gobierno o era en realidad funcional: la fórmula de la movilidad jubilatoria y las asignaciones (que siempre dio por encima de cualquier índice de inflación estatal, privado o cachivache) es lo que está en juego, y tendrá Macri que blanquear sus intenciones modificando el DNU o dejándolo como está.
Estamos ante un gobierno que llega y que viene avisando que va a devaluar fuerte. Los precios se están acomodando ya a esa novedad, pero obviamente se intenta generar una sensación de herencia recibida. Se anuncian cambios en ganancias que beneficiarán a un conjunto de asalariados entre los de mejores ingresos y algunos líderes sindicales se apuran en considerar eso como condición para bajar la conflictividad (el resto de los trabajadores, bien gracias). Al mismo tiempo, el futuro Ministro de Trabajo habla de "paritarias por productividad", con lo que ya no necesariamente la negociación serviría para resolver al puja distributiva intentando ganarle a la inflación, como ocurrió en buena parte de la última década.
Todos los condimentos parecen dados para que se produzca un ajuste que se pagará por debajo del la línea del segmento ABC1, pero que hay que presentar lo mejor posible. Esto es, como una herencia del kircnerismo, como podemos ver al tope de este post. Extrañamente, un ajuste cuya inminencia fue anunciada por el futuro Ministro de Economía, pero hace 4 años.
El ajuste no es la salida. Hay ficciones y relatos que no se deberían poder vender.
Bien. Terminó la campaña y tenemos un nuevo Presidente. Acá hay como una docena de facturas que pienso devorarme en privado, qué se yo, es como entiendo la militancia. Para encontrar culpables están los jueces, y ni siquiera ellos lo logran.
No hay que enojarse con la realidad. Hay que analizarla. Sale adelante el que se levanta más rápido. Y como no queremos perder el tiempo, empezamos a puntear el país que se viene.
Revolución de la alegría
La revolución de la alegría, el diálogo y el consenso ya empezó. Yo la imaginaba así: Macri llegando a la Casa de Gobierno y los muchachos del círculo rojo esperándolo con unos papeles para firmar, con alguno de ellos sentado incluso en el sillón de Rivadavia. Me equivoqué: ya había arrancado en los últimos días con el reparto de cargos del triunfo que auguraban las encuestas, y hoy mismo el diarioLa Nación pide en su editorial que los festejos incluyan una suelta de genocidas.
En esa línea nos encontramos con la renuncia de Sanz a integrar el gabinete del nuevo gobierno. Lo que parecería un récord mundial de radicalismo (renunciar incluso antes de asumir), es en realidad el producto de la decisión de no entregarle a Techint la Jefatura de Gabinete y dejar en ese cargo a alguien propio, como relata esta nota de La Política On Line:
Este juego entre las presiones del poder económico y el Presidente electo lo vimos en los últimos meses con Macri bancando a su comando de campaña (ustedes sigan sin tomarse a Durán Barba en serio). Pero una cosa es la discusión sobre la táctica electoral y otra el reparto de beneficios. Dicho de otra manera: qué se llevan los inversores y quien lo paga.
¿Cómo hacer para bajar retenciones, eliminar subsidios, devolverle negocios a Clarín, pagarle a los Fondos Buitre, volver al FMI y otras linduras sin una crisis que las "justifique"?, ¿que margen deja el haber ganado apenas por 2,8%?
¿Cómo hacer para aguantar la presión de los grupos económicos para producir lo antes posible un buen traspaso de recursos de los sectores medios y bajos hacia arriba, con la promesa de un derrame posterior que compense el daño?
Maquiavelo decía que "las ofensas deben inferirse de una sola vez para que, durando menos, hieran menos; mientras que los beneficios deben proporcionarse poco a poco, a fin de que se saboreen mejor.". ¿Le harán caso?
Macri tiene, además de la presión de los grupos económicos por llevarse su parte de la torta, segundas y terceras líneas que, o bien pertenecen a esos grupos o creen que es beneficioso ceder en sus demandas. Cualquier esquema de gradualismo tiene resultado incierto, porque desata internas, pero entregar todo lo debilitaría demasiado. El ajustado margen electoral encuentra una masa de ciudadanos que no sólo quedaron del otro lado, sino que se comprometieron fuerte con la campaña. Quienes quedemos en la oposición tal vez tengamos que esperar a ver quien puede asumir el liderazgo, pero aún sin ese liderazgo no serán pocas las voces que ante cada medida de Macri recuerden a sus votantes que les habían avisado sobre lo que iba a pasar.
Habrá que ver en qué medida logran instalar que cualquier desastre que hagan es responsabilidad del Gobierno que se fue. Me imagino que nos acostumbraremos a leer y escuchar la palabra "sinceramiento" en forma más que habitual. ¿Lograrán instalar que las tarifas de servicios de luz, agua y transporte baratos, las paritarias que dan pelea a la inflación y el bajo índice de desempleo son en realidad un mundo ficticio?, ¿Podrán hacer creer a quienes pierdan el laburo o sientan el bolsillo más flaco que antes vivían en una burbuja menos beneficiosa?
La impresión es que vamos a una dinámica muy fuerte en los primeros dos años de Gobierno. El macrismo espera recuperar la economía poniendo plata en los sectores más concentrados de la economía intentando recuperar márgenes de ganancia que muevan al resto (construcción, por ejemplo), compensando con deuda el déficit del Estado (tanto en materia de gasto como de movimiento de divisas) y en lo posible desarrollando un plan de obras. En el medio, las medidas que podemos esperar deberían golpear al consumo (devaluación, eliminación de subsidios) y al empleo en una medida que difícilmente pueda compensar el comercio exterior (caída de importaciones, aumento de las exportaciones). Afuera la cosa no está tan linda como algunos creen.
Si fracasa, enfrentará una elección de medio término en la que puede quedar seriamente dañado el futuro de la Alianza Cambiemos (recordemos que en las PASO Macri fue la opción para sólo uno de cada cuatro votantes, lo que obtuvo después es por ahora prestado). Si tiene éxito, probablemente estemos frente a un gobierno que se extienda, como mínimo, por 8 años.
A pesar de todo esto y de muchos otros déficits más, la participación de la inversión social en el total del gasto se viene desplomando: la suma de educación, salud y vivienda representa 10 puntos menos en el presupuesto (cada punto es a valores de hoy unos 1.000 millones de pesos) que lo que representaba al asumir Mauricio Macri.
Ministerio de Educación: Cinco puntos menos sobre el total del gasto:
Ministerio de Salud: tres puntos menos sobre el total del gasto:
Vivienda: la mitad de la participación sobre el total del gasto que la que tenía en 2007: