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martes, 1 de diciembre de 2015

El ajuste


Días atrás comentábamos respecto de los intereses que se agolpan detrás de la llegada de Macri al Gobierno y cómo se pueden saldar sus demandas: devaluación, baja de retenciones, eliminación de subsidios, pago a los fondos buitre, regreso al FMI, etcétera. Decíamos que la ausencia de una crisis terminal del Gobierno como la que precedió al invierno neoliberal de los 90 o a la devaluación, retención de depósitos y pesificación asimétrica posterior al final de la Alianza dificultaban la toma de decisiones en este sentido porque, básicamente, implican una transferencia de ingresos del 90% de la población al 10% más rico.
Algunas señales son muy preocupantes: a mi humilde modo de ver, si el tren fantasma pasa por al lado del equipo económico de Mauricio Macri seguramente descarrilaría del susto. De la mano de los intereses corporativos arriba citados tenemos un verdadero desembarco de sus gerentes en el Gobierno. Nada parece indicar que pueda haber un intento serio de contenerlos.
Por otro lado, el fallo de la Corte que devuelve a las provincias el 15% de fondos coparticipables que servían para financiar a la ANSES, muy bien explicado en este post del blog Nestornautas, ponía en primera fila del ajuste a los jubilados y a quienes reciben distintos beneficios sociales como la Asignación por Hijo o el Plan Progresar, todo en pos de pagar los votos macristas de las provincias de Córdoba y San Luis y de dar un marco de fondo a un replanteo del Fondo de Garantía de Sustentabilidad, que prácticamente debería ser entregado a las provincias (porque obviamente todas se van a colgar de un fallo que le reconoce a San Luis, Córdoba y Santa Fe una deuda de la Nación de unos 90.000 millones de pesos). La excusa perfecta para que el Estado Nacional entregue las acciones de empresas (como Clarín), que tiene la ANSES en su haber. Acciones y capacidad de incorporar funcionarios a los directorios, ni más ni menos.
Cristina Fernández de Kirchner, a pocos días del final de su Gobierno, tuvo una de esas reacciones que obligan a mostrar las cartas que tiene cada uno en la mano: emitió un decreto de necesidad y urgencia acatando el fallo de la Corte, pero especificando que los fondos que la ANSES dejará de recibir deberán ser cubiertos por el Tesoro. De esta forma, sabremos en definitiva si el fallo era una carga para el próximo gobierno o era en realidad funcional: la fórmula de la movilidad jubilatoria y las asignaciones (que siempre dio por encima de cualquier índice de inflación estatal, privado o cachivache) es lo que está en juego, y tendrá Macri que blanquear sus intenciones modificando el DNU o dejándolo como está.



Estamos ante un gobierno que llega y que viene avisando que va a devaluar fuerte. Los precios se están acomodando ya a esa novedad, pero obviamente se intenta generar una sensación de herencia recibida. Se anuncian cambios en ganancias que beneficiarán a un conjunto de asalariados entre los de mejores ingresos y algunos líderes sindicales se apuran en considerar eso como condición para bajar la conflictividad (el resto de los trabajadores, bien gracias). Al mismo tiempo, el futuro Ministro de Trabajo habla de "paritarias por productividad", con lo que ya no necesariamente la negociación serviría para resolver al puja distributiva intentando ganarle a la inflación, como ocurrió en buena parte de la última década.
Todos los condimentos parecen dados para que se produzca un ajuste que se pagará por debajo del la línea del segmento ABC1, pero que hay que presentar lo mejor posible. Esto es, como una herencia del kircnerismo, como podemos ver al tope de este post. Extrañamente, un ajuste cuya inminencia fue anunciada por el futuro Ministro de Economía, pero hace 4 años.
El ajuste no es la salida. Hay ficciones y relatos que no se deberían poder vender.



lunes, 23 de noviembre de 2015

Puerta 12


Bien. Terminó la campaña y tenemos un nuevo Presidente. Acá hay como una docena de facturas que pienso devorarme en privado, qué se yo, es como entiendo la militancia. Para encontrar culpables están los jueces, y ni siquiera ellos lo logran.
No hay que enojarse con la realidad. Hay que analizarla. Sale adelante el que se levanta más rápido. Y como no queremos perder el tiempo, empezamos a puntear el país que se viene.

Revolución de la alegría

La revolución de la alegría, el diálogo y el consenso ya empezó. Yo la imaginaba así: Macri llegando a la Casa de Gobierno y los muchachos del círculo rojo esperándolo con unos papeles para firmar, con alguno de ellos sentado incluso en el sillón de Rivadavia. Me equivoqué: ya había arrancado en los últimos días con el reparto de cargos del triunfo que auguraban las encuestas, y hoy mismo el diario La Nación pide en su editorial que los festejos incluyan una suelta de genocidas.
En esa línea nos encontramos con la renuncia de Sanz a integrar el gabinete del nuevo gobierno. Lo que parecería un récord mundial de radicalismo (renunciar incluso antes de asumir), es en realidad el producto de la decisión de no entregarle a Techint la Jefatura de Gabinete y dejar en ese cargo a alguien propio, como relata esta nota de La Política On Line:


Este juego entre las presiones del poder económico y el Presidente electo lo vimos en los últimos meses con Macri bancando a su comando de campaña (ustedes sigan sin tomarse a Durán Barba en serio). Pero una cosa es la discusión sobre la táctica electoral y otra el reparto de beneficios. Dicho de otra manera: qué se llevan los inversores y quien lo paga.
¿Cómo hacer para bajar retenciones, eliminar subsidios, devolverle negocios a Clarín, pagarle  a los Fondos Buitre, volver al FMI y otras linduras sin una crisis que las "justifique"?, ¿que margen deja el haber ganado apenas por 2,8%?
¿Cómo hacer para aguantar la presión de los grupos económicos para producir lo antes posible un buen traspaso de recursos de los sectores medios y bajos hacia arriba, con la promesa de un derrame posterior que compense el daño?
Maquiavelo decía que "las ofensas deben inferirse de una sola vez para que, durando menos, hieran menos; mientras que los beneficios deben proporcionarse poco a poco, a fin de que se saboreen mejor.". ¿Le harán caso?

Macri tiene, además de la presión de los grupos económicos por llevarse su parte de la torta, segundas y terceras líneas que, o bien pertenecen a esos grupos o creen que es beneficioso ceder en sus demandas. Cualquier esquema de gradualismo tiene resultado incierto, porque desata internas, pero entregar todo lo debilitaría demasiado. El ajustado margen electoral encuentra una masa de ciudadanos que no sólo quedaron del otro lado, sino que se comprometieron fuerte con la campaña. Quienes quedemos en la oposición tal vez tengamos que esperar a ver quien puede asumir el liderazgo, pero aún sin ese liderazgo no serán pocas las voces que ante cada medida de Macri recuerden a sus votantes que les habían avisado sobre lo que iba a pasar.
Habrá que ver en qué medida logran instalar que cualquier desastre que hagan es responsabilidad del Gobierno que se fue. Me imagino que nos acostumbraremos a leer y escuchar la palabra "sinceramiento" en forma más que habitual. ¿Lograrán instalar que las tarifas de servicios de luz, agua y transporte baratos, las paritarias que dan pelea a la inflación y el bajo índice de desempleo son en realidad un mundo ficticio?, ¿Podrán hacer creer a quienes pierdan el laburo o sientan el bolsillo más flaco que antes vivían en una burbuja menos beneficiosa?
La impresión es que vamos a una dinámica muy fuerte en los primeros dos años de Gobierno. El macrismo espera recuperar la economía poniendo plata en los sectores más concentrados de la economía intentando recuperar márgenes de ganancia que muevan al resto (construcción, por ejemplo), compensando con deuda el déficit del Estado (tanto en materia de gasto como de movimiento de divisas) y en lo posible desarrollando un plan de obras. En el medio, las medidas que podemos esperar deberían golpear al consumo (devaluación, eliminación de subsidios) y al empleo en una medida que difícilmente pueda compensar el comercio exterior (caída de importaciones, aumento de las exportaciones). Afuera la cosa no está tan linda como algunos creen.
Si fracasa, enfrentará una elección de medio término en la que puede quedar seriamente dañado el futuro de la Alianza Cambiemos (recordemos que en las PASO Macri fue la opción para sólo uno de cada cuatro votantes, lo que obtuvo después es por ahora prestado). Si tiene éxito, probablemente estemos frente a un gobierno que se extienda, como mínimo, por 8 años.
Más adelante les cuento.

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