Días atrás comentábamos respecto de los intereses que se agolpan detrás de la llegada de Macri al Gobierno y cómo se pueden saldar sus demandas: devaluación, baja de retenciones, eliminación de subsidios, pago a los fondos buitre, regreso al FMI, etcétera. Decíamos que la ausencia de una crisis terminal del Gobierno como la que precedió al invierno neoliberal de los 90 o a la devaluación, retención de depósitos y pesificación asimétrica posterior al final de la Alianza dificultaban la toma de decisiones en este sentido porque, básicamente, implican una transferencia de ingresos del 90% de la población al 10% más rico.
Algunas señales son muy preocupantes: a mi humilde modo de ver, si el tren fantasma pasa por al lado del equipo económico de Mauricio Macri seguramente descarrilaría del susto. De la mano de los intereses corporativos arriba citados tenemos un verdadero desembarco de sus gerentes en el Gobierno. Nada parece indicar que pueda haber un intento serio de contenerlos.
Por otro lado, el fallo de la Corte que devuelve a las provincias el 15% de fondos coparticipables que servían para financiar a la ANSES, muy bien explicado en este post del blog Nestornautas, ponía en primera fila del ajuste a los jubilados y a quienes reciben distintos beneficios sociales como la Asignación por Hijo o el Plan Progresar, todo en pos de pagar los votos macristas de las provincias de Córdoba y San Luis y de dar un marco de fondo a un replanteo del Fondo de Garantía de Sustentabilidad, que prácticamente debería ser entregado a las provincias (porque obviamente todas se van a colgar de un fallo que le reconoce a San Luis, Córdoba y Santa Fe una deuda de la Nación de unos 90.000 millones de pesos). La excusa perfecta para que el Estado Nacional entregue las acciones de empresas (como Clarín), que tiene la ANSES en su haber. Acciones y capacidad de incorporar funcionarios a los directorios, ni más ni menos.
Cristina Fernández de Kirchner, a pocos días del final de su Gobierno, tuvo una de esas reacciones que obligan a mostrar las cartas que tiene cada uno en la mano: emitió un decreto de necesidad y urgencia acatando el fallo de la Corte, pero especificando que los fondos que la ANSES dejará de recibir deberán ser cubiertos por el Tesoro. De esta forma, sabremos en definitiva si el fallo era una carga para el próximo gobierno o era en realidad funcional: la fórmula de la movilidad jubilatoria y las asignaciones (que siempre dio por encima de cualquier índice de inflación estatal, privado o cachivache) es lo que está en juego, y tendrá Macri que blanquear sus intenciones modificando el DNU o dejándolo como está.
Estamos ante un gobierno que llega y que viene avisando que va a devaluar fuerte. Los precios se están acomodando ya a esa novedad, pero obviamente se intenta generar una sensación de herencia recibida. Se anuncian cambios en ganancias que beneficiarán a un conjunto de asalariados entre los de mejores ingresos y algunos líderes sindicales se apuran en considerar eso como condición para bajar la conflictividad (el resto de los trabajadores, bien gracias). Al mismo tiempo, el futuro Ministro de Trabajo habla de "paritarias por productividad", con lo que ya no necesariamente la negociación serviría para resolver al puja distributiva intentando ganarle a la inflación, como ocurrió en buena parte de la última década.
Todos los condimentos parecen dados para que se produzca un ajuste que se pagará por debajo del la línea del segmento ABC1, pero que hay que presentar lo mejor posible. Esto es, como una herencia del kircnerismo, como podemos ver al tope de este post. Extrañamente, un ajuste cuya inminencia fue anunciada por el futuro Ministro de Economía, pero hace 4 años.
El ajuste no es la salida. Hay ficciones y relatos que no se deberían poder vender.