jueves, 4 de junio de 2009

Abrazando la Educación Pública



En una de las propagandas de campaña del PRO para las elecciones del 28 de junio de 2009 se puede ver a la candidata a Diputada Nacional y ex Vicejefa de Gobierno de la Ciudad, Gabriela Michetti, prometer “seguir abrazando a la Educación Pública”. Más allá de que no deja de parecer algo extraño el concepto de abrazo en este caso, lo cierto es que las políticas desarrolladas durante la gestión de su partido en el último año y medio lejos estuvieron de significar alguna clase de amor o cariño por la Educación Pública.
Más bien pareció lo contrario.
Como bien se puede ver en el primer cuadro que acompaña esta nota la Educación ha sufrido un marcado deterioro en su participación en el presupuesto de la Ciudad en los últimos dos años y el presupuesto que votaron el macrismo y la Coalición Cívica para el año 2009 nos marca un retroceso aún mayor, al nivel más bajo de la última década. Es así que la inversión en Educación, que promedió más del 28% del gasto de la Ciudad en el periodo 2000-2005, será este año, de cumplirse las pautas establecidas por el PRO en el presupuesto, del 23,49%.
Cabe mencionar que la Ciudad recibe en concepto de Coparticipación Federal fondos correspondientes a la Ley 26.075, de financiamientos educativo, que de acuerdo a las cifras arriba expuestas la Ciudad no estaría cumpliendo, ya que el artículo 12 de dicha ley establece que “Los compromisos de inversión sectorial anual por parte de las provincias y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires serán consistentes con: a) una participación del gasto en educación en el gasto público total no inferior a la verificada en el año 2005”. Dicho año, la participación de Educación en el gasto fue exactamente del 27,57%.
Es cierto que hay un componente importante a la hora de hacer un análisis de la inversión que es la ejecución del presupuesto. Dado que el área de Educación tiene un fuerte componente salarial en su estructura de egresos, la subejecución del presupuesto en áreas como obras públicas puede impactar de forma positiva en la participación de Educación en el gasto. De esta forma, es probable que el porcentaje establecido en el presupuesto 2009 mejore al final del ejercicio, aunque parece poco probable que alcance el piso establecido en la ley, algo que incluso podría llegar a comprometer en el futuro el acceso de la Ciudad a los fondos coparticipables, agravando la situación presente.
De todas maneras, y adentrándonos en el análisis de la inversión en Educación Pública por parte del gobierno de Macri – Michetti, hay que tener en cuenta que además de la caída en la participación de Educación en el gasto global, se puede observar un marcado crecimiento hacia adentro del presupuesto educativo de los subsidios a Educación privada en detrimento de la asignación de recursos para educación de gestión pública, como se puede ver en el segundo cuadro que acompaña esta nota. Los subsidios a Educación Privada, que promediaron el 15% durante el periodo 2000-2007, crecieron exponencialmente en el año 2008 y serán mayores en el año 2009, superando el 17,5% del presupuesto educativo y pudiendo sobrepasar cómodamente el 18% si la ejecución de obras en las escuelas muestra el mismo resultado que se obtuvo en el año 2008.
Dos argumentos se esgrimieron desde el macrismo para justificar el incremento a los subsidios a educación privada: el aumento de la matrícula en los colegios privados, supuestamente muy superior al aumento en las escuelas de gestión pública, y la necesidad de sostener los sueldos docentes.
Repasando el primero de ellos, desde el Gobierno de la Ciudad se afirmó que los aumentos tenían que ver con el crecimiento de la matrícula en los colegios privados. Algunas veces mencionaron, casi como desliz, que se trataba del nivel inicial.
Analizando cifras del Ministerio de Educación de la Nación (la Ciudad no las suministra), se puede observar en el periodo 2000-2007 una suba en la matrícula de la escuela pública de un 3%, aproximadamente 10.000 chicos más. Por su parte, la matrícula en escuelas privadas sube un 10 %, lo que significa alrededor de 34.000 chicos más. Es muy importante tener en cuenta que no todos pueden haberse incorporado a escuelas subvencionadas (según datos del Ministerio de Educación de la Nación, correspondientes al año 2005, el porcentaje de escuelas subvencionadas en la Ciudad es de 56%).
La desagregación de estos datos, de la que lamentablemente carecemos, podrían ciertamente acotar la cantidad de chicos que se necesita subvencionar en la actualidad. De esta forma, el número de chicos que se suman a la subvención estatal tiene en 34.000 un techo.
Históricamente, y según datos del Ministerio de Educación correspondientes al periodo 1994-2005, la Ciudad gastó por cada peso invertido en un chico en la escuela pública una cifra que nunca superó los 25 centavos en un chico en la escuela privada. De esta forma, si necesitamos invertir un peso en cada uno de los chicos que ingresaron a la escuela pública necesitamos $10.000, en tanto que para mantener el nivel de subvención respecto de los 34.000 chicos que se incorporan a la escuela privada se necesitan invertir $8.500.
Es decir, en el periodo la relación de gasto en subvenciones a escuelas privadas debería haber bajado respecto del total del gasto en educación, al contrario de lo que está ocurriendo hoy día. Cuesta creer que haya habido un boom de matriculación en escuelas privadas en 2008 que justifique el brutal aumento del presupuesto.
Respecto del segundo argumento, el salarial, podemos observar que la evolución del inciso 1 (personal) del gasto correspondiente al Ministerio de Educación de la Ciudad de Buenos Aires muestra un aumento de aproximadamente el 65% en el periodo 2006-2009, mientras que las transferencias a escuelas de gestión privada se duplican pasando de 349 millones de pesos a 701 millones de pesos.
Manifiestamente el argumento es falso, lo que avala pensar en otros intereses en juego.
Otro eje del discurso macrista ha sido la inversión en infraestructura. Durante el año 2008 se insistió con un ambicioso plan de obras de casi 400 millones de pesos.
Lo cierto es que sobre un presupuesto de $ 388.340.000 en 2008 para obras en educación, se invirtió $ 98.246.712,71. Nada menos que 125 millones de pesos de dicho presupuesto se destinaron finalmente (y gracias a los superpoderes que Michetti rechaza votar en el Congreso Nacional pero que su partido se hizo votar en la Legislatura) a la reparación de veredas.
La inversión en obras tiene algunas particularidades en este caso, ya que el propio gobierno reconoció el año anterior haber incluido entre las “obras” de reparación de calefacción de las escuelas el suministro de caloventores eléctricos, lo que hace aún más difícil dar dimensión a la propaganda televisiva que reitera una y otra vez un número de obras que no tiene detalle alguno ni parámetro de comparación con ninguna otra gestión. De hecho, el presupuesto del macrismo no cuenta con detalles de metas físicas, lo que impide sopesar adecuadamente el gasto de capital y el costo de cada obra.
A este panorama debemos sumar la supresión de los subsidios que se otorgaban a las cooperadoras escolares para tareas de mantenimiento menor (algo que por ejemplo facilitaba la reposición de un vidrio roto), el escandaloso recorte de las becas escolares (y la privatización de su gestión a cargo de una fundación vinculada al Ministro Narodowski), la disminución de la calidad nutricional y de la cantidad de las viandas escolares y la conflictiva relación con los docentes, que provocó la pérdida de varios días de clase por los paros y empeoró la situación de los salarios docentes en relación con el resto de las jurisdicciones, al punto que muchos docentes están prefiriendo irse a trabajar a la Provincia de Buenos Aires.
La conclusión que se puede sacar de lo que ha sido la gestión de Macri en lo relativo a Educación Pública no puede ser, en este contexto, para nada positiva. La diferencia entre la propaganda electoral y la realidad es gigantesca, y la profundización del camino iniciado en diciembre de 2007 no parece ser la vía más adecuada para lograr mayor inclusión social y acortar la brecha entre los sectores de mayores y menores ingresos.

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