miércoles, 5 de enero de 2011

2011: Un año para confrontar un poco, o bastante.


El 19 de noviembre recibí un correo electrónico firmado por una agrupación interna de uno de los partidos de oposición al Gobierno Nacional. El texto mencionaba una serie de reuniones entre dirigentes y la necesidad de generar una "alternativa viable al modelo de confrontación, intolerancia y avasallamiento de las instituciones imperante hoy en la República Argentina", como toda referencia a la política del kirchnerismo. Nada respecto del modelo económico, nada sobre medidas puntuales. Ni sobre la asignación por hijo ni respecto de la política minera. El problema es que el modelo es de confrontación.
Tratemos por un segundo de dejar de lado nuestro parecer respecto de la gestión actual de Gobierno (agregue a los ejemplos que considero abajo sus propias impresiones, a favor o en contra). La frase me pareció muy gráfica de lo que se ha logrado instalar en los medios de comunicación. El Gobierno no es  malo por sus políticas sino porque confronta.
Alguna referencia a esto de la confrontación hice en un post respecto de la muerte de Néstor Kirchner. Decía entonces:
"no se limitó a ser un administrador de las relaciones de poder entre los que siempre tuvieron poder, porque los fue enfrentando (y son tantos los que quedan...), porque sabía, tal vez porque también se fue dando cuenta, que sin conflicto no hay cambio, porque chocó con el canto de sirenas de quienes piden consenso para conservar el statu quo y generó mucha crispación, mucho embate, mucha reacción de aquellos que pretenden conservar privilegios a costa de la vida de millones.
Porque los poderes permanentes, esos poderes que nos desprecian a todos y no tienen empacho en envenenarnos la vida cada día, esos poderes que rezan hoy por su eterno descanso cuando en realidad lo venían haciendo hace rato, también lo despreciaban a él, como suelen despreciar a los líderes populares."
Me parece importante dar una vuelta más de tuerca a esto. ¿De que hablamos cuando decimos que el Gobierno confronta? ¿Está en la naturaleza del poder político confrontar o se puede gobernar sin hacerlo? Creo que algunas respuestas se pueden encontrar con un breve repaso por la historia. Sin ir demasiado lejos ni ser demasiado profundos, apenas a la restauración democrática de 1983 y con algunos ejemplos que recuerdo en cada caso.
Raúl Alfonsín confrontó con los militares. Impulsó los juicios por violaciones a los Derechos Humanos y tuvo que luchar con el coro que en nombre de la reconciliación y el olvido aún hoy pretende que los crímenes de la dictadura queden impunes. Producto del clima de enfrentamiento con los militares debió soportar varios levantamientos, y cedió promoviendo la aprobación de las leyes de punto final y obediencia debida. Al hacerlo, terminó confrontando con las víctimas de los atropellos de la dictadura.
También confrontó con la Sociedad Rural, con algunos representantes de la iglesia católica y con poderosos medios de comunicación.
Ciertamente, las falencias de su gobierno lo hicieron confrontar con una amplia franja de ciudadanos. Porque la falta de políticas o la implementación de políticas erradas (y esto le cabe a todos los gobiernos) también es confrontar, en este caso con quienes más necesitan de las políticas públicas, los que menos tienen.
Los diez años de menemismo abundaron en confrontaciones. Porque mientras se permitió la concentración de los medios, se entregó las empresas públicas, se destruyó la industria y se generaron nefastos negocios con las AFJPs, se confrontó, y mucho, con quienes se quedaron afuera de la fiesta: los cientos de miles de trabajadores de las empresas privatizadas que perdieron sus empleos, los pueblos que desaparecieron a la par de la reducción a un tercio de la red ferroviaria y el desguace de las empresas públicas, los millones de desempleados de un modelo que generó una brecha de exclusión y pobreza que nos va a llevar décadas de buenas políticas económicas remontar. Los indultos a quienes habían sido los máximos responsables de las violaciones a los derechos humanos durante la década del '60, vaya si confrontaron con la razonable indignación de millones de argentinos.
Claro está, no se confrontó con los más poderosos, que extrañan ese modelo de "consenso" y transgresión tan útil a sus intereses.
De la Rúa llegó con una agenda de cambio pero cambio "institucional". Un modelo basado en la creencia de que se podía salir adelante sacando la corrupción del menemismo de en medio pero sin modificar las políticas. Probablemente por no querer confrontar, terminó confrontando con toda una nación.
Qué decir de Duhalde, que pesificó las deudas de grandes grupos económicos y nos hizo pagar la cuenta a todos, que se burló en la cara de los ahorristas con eso de que "el que depositó dólares, recibirá dólares" y que terminó compensando a los propios bancos.
En definitiva, lo que trato de mostrar (cada cual puede agregar los ingredientes que quiera y los protagonistas del nivel de gobierno que se desee) es que toda agenda de Gobierno lleva a confrontar con aquellos sectores que desean conservar ciertos privilegios, si se pretende cambiar las cosas, o a chocar con quienes desean cambios si lo que se intenta es conservar un statu quo. El discurso instalado por los medios masivos de comunicación (con el Grupo Clarín al frente) se enmarca en esta lógica, y lo más grave es que elude la discusión sobre las políticas públicas, sobre lo que hay que modificar para vivir en un país mejor.
Porque cuando el Gobierno confronta, lo importante es la política que intenta desarrollar. A quienes se favorece y a quienes no. Hacer foco en las políticas que se implementan y no en las chispas que producen los enfrentamientos es una obligación que como ciudadanos deberíamos tener bien presente.
Por eso, dediquemos el 2011 a confrontar nuestras visiones de país y de ciudad, más allá de las caras y las circunstancias. Salud!

PD: Si todavía no habías leído este blog, podés repasar sus muchas notas y encontrar ejemplos respecto de con quienes confronta Macri también. Pero más allá de Macri, lo que he intentado todo este tiempo es de discutir sus políticas. No es relevante, desde este punto, mi opinión sobre lo que es como persona o si lo creo deshonesto, porque más allá de ello (y no significa que no me importe si alguien del PRO roba) estoy convencido de que las políticas del macrismo son muy malas aún ejecutadas por gente honesta, y por eso mismo las confronto desde donde pueda.

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