martes, 30 de noviembre de 2010

Que en paz descanse el periodismo

(clic en la imagen para agrandar)

La política tiene sus complejidades, y más aún cuando se trata de representar a ciudadanos en distritos densamente poblados como la Ciudad de Buenos Aires. Por muchos esfuerzos que se hagan, y aún sin dejar de lado la militancia, el diálogo con ciudadanos y organizaciones, es virtualmente imposible comunicarse con los dos millones de votantes que tiene la Ciudad sin hacerlo a través de los medios de comunicación masiva.
Lograr captar la atención de la prensa depende muchas veces de una agenda que los dirigentes políticos no manejan, y de intereses que, en un mercado sumamente concentrado como el argentino, chocan con lo que uno cree que debería ser noticia.
El viernes pasado salió en el boletín oficial una resolución del Ministerio de Hacienda de la Ciudad sobre la que dimos cuenta en este post. Desde nuestra oficina, se hizo el esfuerzo de enviar comunicados de prensa a los medios (a muchos medios) e incluso hubo comunicaciones con algunos periodistas para interesarlos en el tema. Yo mismo participé de algunas.
Puede ser que por un error de apreciación de nuestra parte respecto de la importancia del hecho, o por fallas en nuestro acercamiento a la prensa, el tema no tuvo casi ningún impacto en los medios, a excepción del artículo que ilustra esta nota (link a la nota de la edición web). Me resulta extraño, dado que el día que publiqué la nota en mi blog la misma tuvo 316 visitas (record para mi blog y cifra muy superior al promedio de visitas diarias) y la cantidad de retweets de mi publicación en twitter (gente que lo va repitiendo) fue también la más alta que he alcanzado.
Más extraño aún me resulta que habiendo una publicación en el Boletín Oficial de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires que muestra cómo el Gobierno de Mauricio Macri recorta partidas destinadas a seguridad y a comedores escolares para ampliar el presupuesto destinado a publicidad oficial (presupuesto ya sobreejecutado al cierre del tercer trimestre), el hecho no llame la atención de ningún medio, salvo La Nación.
Ahora bien, francamente no sé si me produce más desilusión el hecho de que la información no salga en ningún lado o la forma de publicarlo que encontró el diario fundado por Mitre: página 18 del diario (además del lado izquierdo, algo que también incide negativamente en la atención que le puede prestar el lector),  en medio de los avisos fúnebres y mezclado con un tema que no tiene absolutamente nada que ver  (que además da el título al artículo). 
Me parece demasiado.
Tal vez sea porque las explicaciones del Poder Ejecutivo son poco menos que insólitas: "se trata de un redondeo de fin de año", "una cifra ínfima en el presupuesto porteño" (hace menos de dos meses la Legislatura trató una ampliación del presupuesto que entre otras cosas asignaba más recursos a comedores escolares, tal vez para disimular un poco que el grueso de la ampliación iba a parar a los contratistas del servicio de recolección de residuos.)
Tal vez, en el fondo, poner este asunto en medio de los avisos fúnebres sea señal de algo.

PD: Agradezco a Federico Armada por la colaboración en este artículo.

jueves, 25 de noviembre de 2010

De la comida en las escuelas a la propaganda oficial

La imagen (clic sobre ella para grandar) que encabeza este post pertenece al anexo del boletín Oficial del 25 de noviembre de 2010. En la misma podemos observar una modificación presupuestaria (realizada por el Ministerio de Hacienda de la Ciudad a través de la Resolución Nº 2.862/MHGC/10) en la que se aumenta el presupuesto de la Secretaría de Comunicación Social en $ 10 millones.
Mostrábamos ya en octubre (en este post) que a la par de una subejecución brutal en infraestructura escolar, el gasto en publicidad por parte de la administración encabezada por Mauricio Macri ya había totalizado al cierre del tercer trimestre el equivalente al 117,19% del presupuesto aprobado por la Legislatura. Tamaña ejecución sólo es posible utilizando facultades para reasignar partidas e incrementar los fondos disponibles.
Esta Resolución es un ejemplo de ello.
En la misma página 55 de la separata se puede encontrar de dónde salen esos $ 10 millones. Los primeros $ 5 millones son recortados a la que se supone (al menos la comunicación PRO así lo sostiene) como la principal prioridad de los habitantes de Buenos Aires: Seguridad:

Al final de la misma hoja, están los restantes $ 5 millones:

El recorte, en este caso, es nada más ni nada menos que la partida de Asistencia Alimentaria a través de Cooperadoras Escolares.


sábado, 20 de noviembre de 2010

Entrevista en "Conectados en la radio"

El jueves pasado tuve la oportunidad de charlar con Gerardo Fernández, conductor del programa "Conectados en la Radio" que se emite por Radio Cooperativa (AM 770, también por internet), de lunes a jueves de 22:30 hs. a 24:00 hs. El tema fue la subejecución del presupuesto en las áreas de salud y educación durante la gestión de Mauricio Macri.
En el blog de Gerardo, "Tirando al Medio" (uno de los que hace un tiempo aparecen en la lista de recomendados que se puede ver al costado de esta página), se puede encontrar un post sobre la nota, que incluye el audio de la misma, audio que me permito compartir también acá:


Aprovecho para agradecer una vez más a Gerardo por la nota y recomendar el programa. Vale la pena escucharlo.

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Ganadores y perdedores del Presupuesto III: Salud

La participación del Ministerio de Salud sobre el total del gasto viene cayendo abruptamente en la Ciudad de Buenos Aires. El gráfico que encabeza este post es muy claro al respecto. Desde el año 2006, en que llegó a representar el 23,65% de las erogaciones totales del Estado porteño cae cuatro puntos porcentuales (tres de ellos a lo largo de la gestión de Mauricio Macri). Para el 2011, el proyecto de presupuesto enviado a la Legislatura otorga una porción de la torta al Ministerio del 19,6% del total.
Cabe mencionar que mientras el promedio de crecimiento del presupuesto 2011 respecto del presupuesto 2011 ronda el 20%, la asignación al Ministerio de Salud, respecto del presupuesto vigente al 30 de septiembre de 2010 para este año, apenas crece un 17%, de $ 4.131 millones a $ 4.982 millones. No ha tenido, por cierto, la fortuna de otras áreas:
  • Justicia y Seguridad, de $ 865 millones a $ 1.305 millones, + 34%.
  • Desarrollo Urbano, de $ 1.013 millones a $ 1.859 millones, + 45%.
  • Ambiente y Espacio Público, de $ 2.210 millones a $ 2.850 millones, + 33%.
Si tenemos en cuenta que a números del presupuesto 2011 un punto porcentual equivale a $ 250 millones, la caída desde el 2006 implica que el presupuesto de Salud estará el año que viene $ 1.000 millones por debajo de lo que podría estar manteniendo la asignación del 2006.

Ejecución Presupuestaria

De la mano de la caída de la participación del Ministerio de Salud en el gasto total de la Ciudad cae también la ejecución del presupuesto de bienes de uso (básicamente infraestructura y equipamiento). El gráfico siguiente muestra la evolución de la ejecución desde el 2004, tomando como base el presupuesto sancionado:

Si bien tenemos que hacer la salvedad de que a la ejecución presupuestaria correspondiente al 2010 le resta aún un trimestre, también la ejecución presupuestaria es en este caso muy baja. No obstante, los funcionarios de Gobierno PRO insisten con dar cifras de altos niveles de ejecución. Tal vez podamos entender cómo se explica tomando algunos documentos de la Cuenta de Inversión 2008, en la que como vemos la ejecución presupuestaria en Bienes de Uso fue del 51,03%:

Esta captura de pantalla pertenece a uno de los documentos incluidos en la Cuenta de Inversión 2008. Como se puede observar, la ejecución en Bienes de Uso alcanzó los $ 131.709.427, lo que se presenta como una ejecución del 96,55%, pero, atención a este dato, sobre presupuesto "vigente". ¿Cuál es la trampita? En efecto, si se utilizan las facultades que el Jefe de Gobierno tiene para mover partidas para recortar un presupuesto, y luego se toma ese presupuesto ya recortado para medir la ejecución, es lógico que la cifra de ejecución sea alta, pero el presupuesto era otro.
No cuento con un cuadro similar que contenga el presupuesto sancionado, pero lo más cercano que puedo mostrar es lo siguiente, tomado del decreto de distribución de créditos para el 2008 (elaborado en base al presupuesto aprobado por la Legislatura):


Aquí podemos observar que sólo la Dirección General de Recursos Físicos en Salud contaba con un presupuesto para infraestructura y equipamiento de $ 244.541.550. No se trata, es cierto, de un presupuesto asignado solamente a Bienes de Uso (hay un gasto administrativo incluido), así como tampoco es toda la inversión en Bienes de Uso asignada al Ministerio (aunque sí concentraba en ese momento el grueso de la misma), pero me pareció importante mostrarlo para que podamos notar la enorme diferencia con el presupuesto "vigente" arriba expuesto.
El presupuesto sancionado para Bienes de Uso en Salud fue en 2008 de $ 258.123.549. Dicho presupuesto fue variando en las ejecuciones presupuestarias trimestrales durante ese año, incluso hacia arriba, de acuerdo al siguiente detalle:
  • Vigente al cierre del Primer Trimestre: $ 259.321.891.
  • Vigente al cierre del Segundo Trimestre: $ 254.902.948.
  • Vigente al cierre del Tercer Trimestre: $ 276.691.832.
 No obstante, y según la cuenta de Inversión, la ejecución del presupuesto al cierre del 2008 fue finalmente de $ 131.709.427, como se informa más arriba. Por eso, en función del presupuesto sancionado, la ejecución fue sólo del 51,03% y no del 96,55%. Ese mismo año, el programa de "Mantenimiento de la Vía Pública", terminó ejecutando $ 498.012.645, cuando el presupuesto sancionado por la Legislatura había sido de $ 203.375.091.
Prioridades de una gestión.

jueves, 4 de noviembre de 2010

Distraídos por el ABL. Presupuesto 2011.


La presentación del que será el último presupuesto del mandato que Mauricio Macri inició el 10 de diciembre de 2007, es en muchos sentidos la consolidación de un modelo de administración que se inició con el Gobierno de Telerman en 2006 y que se refleja en el cuadro que encabeza este post. Una forma de gestionar recursos cuya característica central es que el gasto ha dejado de ir contra el ciclo económico (es decir, déficit en recesión y superavit en tiempos de crecimiento económico) para marcar una senda de resultados negativos más allá de los vaivenes de la economía.
De esta manera, a partir del 2006 la Ciudad dejó de lado una política de desendeudamiento. Los dos primeros años, financiando el déficit a partir de la liquidación del fondo anticíclico que tras la crisis 2001-2002 había acumulado la administración de Ibarra, y a partir del Gobierno del PRO a través de una política de fuerte crecimiento de la deuda, que ya hemos descripto en alguna nota anterior.
El cuadro refleja presupuestos ya cerrados y dos estimaciones sobre las que conviene hacer algunas consideraciones. La correspondiente al 2010 implica reconocer como buenos datos que no coinciden con los números vigentes al 30 de septiembre de este año, en los que el déficit podría ser aún mayor, pero a su vez implica una ejecución total del gasto de capital, que al cierre del tercer trimestre apenas roza el 39%. Confieso que, en este sentido, resulta difícil ofrecer una estimación adecuada del resultado del 2010. 
La estimación correspondiente al 2011 tiene obviamente que ver con la formulación del proyecto de presupuesto, por lo que no se trata de un número concreto aún.
Es todavía materia de debate si se tiene que administrar de una forma u otra, pero lo cierto es que una de las claves del éxito del modelo económico implementado desde 2003 a nivel nacional ha sido la política de "superávits gemelos" (superávit primario y de cuenta corriente) que permitió, con una economía de fundamentos sólidos, enfrentar la crisis internacional que se desató a fines del 2008 y sostener la producción y el empleo a partir de una fuerte inversión pública, basada en un déficit utilizado precisamente cuando la coyuntura lo hacía necesario,  logrando así un rápido retorno a altas tasas de crecimiento económico.
Nada de eso es lo que viene ocurriendo en la Ciudad. Ahora bien, se podría argumentar que la Ciudad se endeuda para aumentar la inversión pública en infraestructura. Dos cosas se pueden decir al respecto: en primer lugar es necesario hacer hincapié en que esa inversión debe ser sostenible en el tiempo. Acumular deuda puede llevar a una situación en la que se ponga en riesgo las posibilidades de invertir en el futuro (nadie podría imaginar un futuro en el que no haga falta inversión en infraestructura escolar, de transporte, hospitales, etc.) o las chances de enfrentar con éxito una situación desfavorable. Esta manera de utilizar los recursos públicos ya ha provocado varias veces en nuestro país la asfixia del Estado y la necesidad de enfrentar contextos recesivos con ajustes que lo único que pueden producir es un agravamiento de la caída de la economía y, en definitiva, un mayor sufrimiento a los sectores más postergados de la sociedad.
En este sentido, acumular fondos para no sortear situaciones como la del 2002 es siempre una decisión complicada cuando se tiene en cuenta las enormes necesidades de inversión que tiene la Ciudad, pero mantener un modelo de ingresos que no pueda dar cuenta de otros horizontes es el problema sobre el que deberíamos actuar, si la única alternativa que tenemos para ampliar el alcance y la calidad de los bienes públicos termina siendo ingresar en una espiral de endeudamiento abultado y caro.
En segundo término, es importante analizar cuál sido el impacto de esta política de déficit en la inversión pública. Para ello puede ser interesante observar el siguiente gráfico:


Al igual que en el caso del gráfico anterior, es necesario hacer hincapié en que las cifras correspondientes a los años 2010 y 2011 son presupuestos y el resto de los años es ejecución presupuestaria ya cerrada. Lo que me parece muy importante marcar es que tras la crisis que hizo pico en los años 2001-2002 (la recesión había comenzado en 1998) hubo un crecimiento marcado de la participación de la inversión pública que alcanzó, con un importante superávit primario y financiero, un 15,32% del gasto en 2005. A partir de entonces, sólo dos veces se alcanzó un nivel de inversión superior: en 2006, sustentado en la liquidación del grueso del fondo anticíclico de la Ciudad, y en 2008 por la combinación de un fuerte aumento de los impuestos que gravan los inmuebles (en promedio un 100%, pero en algunos casos hasta el 300%) y el aumento del stock de deuda de la mano de la política de endeudamiento encarada por el actual Jefe de Gobierno.
Cabe mencionar, de todas maneras, que dicha combinación no sólo financió el aumento de la inversión real directa sino también una fuerte expansión del gasto corriente: mientras la inversión real directa aumentó en $ 1.081 millones del 2007 al 2008, la suma del aumento del ABL (que significó una recaudación adicional de $ 632 millones) y del crecimiento del stock de deuda (en $ 965 millones) supera largamente esa cifra: en total se aumentó los recursos en $ 1.587 millones sólo por estos dos factores. A ello habría que sumarle el impacto del fuerte crecimiento de la economía y otros aumentos en tasas y derechos que cobra la Ciudad por distintos servicios.
Ahora bien, a pesar de que el stock de deuda podría llegar a duplicar al cierre de 2010 el heredado por la actual gestión, no se ha vuelto a alcanzar los niveles de inversión pública sobre el total del gasto que la Ciudad tenía en 2005. Más aún, no se los podría alcanzar en 2010 ni aún llegando a ejecutar el 100% de la inversión en infraestructura, que en las áreas sociales, como educación, continúa en niveles bajísimos como expuse en un post reciente.

Distraídos por el ABL

Con este panorama resulta casi anecdótica la intención de aumentar el ABL en un 30%. Más aún si tenemos en cuenta su significado respecto de la recaudación total (apenas el 1,5%), lo que invita a pensar que más que una necesidad recaudatoria lo que se necesita es generar alguna materia de debate. ¿Por qué discutimos un aumento de impuestos que recaudará $ 300 millones de pesos en lugar de discutir la solicitud para colocar deuda por diez veces esa cifra?
En una nota reciente habíamos comentado acerca del perfil de vencimientos que debería encarar la Ciudad en adelante. Exponía entonces el siguiente gráfico:
Decía entonces:
"El gráfico muestra claramente dos años con fuertes vencimientos, justamente dos años de renovación de mandatos. En el caso del 2011, producto de una política de endeudamiento que ya hemos detallado en un post anterior y que consiguió aprobaciones legislativas a cambio de que buena parte de los vencimientos no fueran más allá del mencionado año. El resto de la secuencia muestra un vencimiento de capital muy fuerte en 2015 (los u$s 475 millones de la colocación de este año) y el impacto de los vencimientos de intereses de ese bono (u$s 30 millones en 2010 y 2015 y u$s 60 millones los años 2011, 2012, 2013 y 2014).
Vale mencionar que a la Ciudad de Buenos Aires le espera un vencimiento en 2015 que a números de hoy (los montos están convertidos a pesos pero el bono es en dólares) es superior al 10% del presupuesto, un número que supera la recaudación anual por ABL o por coparticipación, por ejemplo."
La acumulación de vencimientos mencionada para los años 2011 y 2015 implica dos situaciones particulares: la primera de ellas es que el macrismo pretende no hacerse cargo de ninguna de las deudas que generó: todos los vencimientos de capital e intereses correspondientes al 2011 serían cubiertos con nuevas colocaciones (quedando un remanente para ampliar el gasto además) y pasarían a ejercicios futuros. El impacto de una nueva colocación, en torno a los u$s 500 millones, a un plazo mínimo de 7 años, generaría una acumulación mayor de vencimientos en 2015 (por lo menos u$s 50 millones más por encima de los u$s 505 que ya tiene comprometidos para entonces la Ciudad) y tendría como resultado otra gruesa carga de amortizaciones en algún ejercicio posterior, si el esquema de colocación previsto es similar al que se eligió para la serie 8 del bono tango.
Lo más complicado es que las gravosas condiciones de colocación que la Ciudad aceptó en esta oportunidad parecen tener el mismo patrón de conducta que la colocación del FOISO: pedir deuda para después ver cómo y en qué utilizarla: de los u$s 475 millones colocados este año u$s 300 millones tenían como destino la ampliación de la red de subtes. A pesar del discurso sostenido a lo largo del tiempo por el Jefe de Gobierno, que afirmó reiteradas veces que no podía avanzar en las obras del subte por culpa del Gobierno Nacional, resultó que cuando se obtuvieron los fondos no estaban listos los proyectos ejecutivos para iniciar los procesos de licitación. Resultado: la plata en un banco rindiendo una tasa en pesos equivalente a la mitad de lo que se paga en dólares por los bonos.
Es así que se tomó la decisión de transferir a la empresa AUSA parte de ese dinero para hacer pasos bajo nivel (obras que en muchos casos tienen cuestionamientos judiciales efectuados por vecinos que seguramente inteferirán en la realización de las mismas), pero no voy a profundizar el tema ahora. Lo importante es observar que la Ciudad tiene un presupuesto vigente para construir subtes de $ 200 millones de pesos (según ejecución del tercer trimestre del 2010), de los cuales por lo menos $ 130 millones se financian con los recursos de asignación específica estipulados por la ley 23.514 (se cobran con el ABL y las patentes). Es decir, la Ciudad invierte por encima de esos fondos $ 70 millones, unos u$s 17,5 millones de dólares.
O sea, menos que lo que corresponde pagar en intereses por el bono que se colocó para hacer subtes. Este mismo año, la ciudad deberá pagar u$s 19 millones de dólares por la parte proporcional que corresponde al subte de la colocación de u$s 475 millones (u$s 300 millones).
Aunque suene increíble lo reitero: la Ciudad pagará este año, si se ejecuta la totalidad del presupuesto vigente para el subte al 30 de septiembre, una cifra de u$s 19 millones de dólares para usar u$s 17,5 millones.
Si este mismo ejercicio lo hacemos respecto de los fondos destinados al subte para el 2011 ($ 833 millones), encontramos que 170 millones corresponden a los fondos de la ley 23.514, $ 120 millones se podrían cubrir con lo que se va a destinar a pagar intereses por el préstamo el año que viene y además se planea pedir un crédito por $ 215 millones a la Corporación Andina de Fomento. El resultado es que las necesidades de financiamiento para el año entrante, sobre la base de una ejecución total del presupuesto (algo que esta administración logra de sobra en áreas como publicidad oficial pero no en el subte), alcanzan los $ 330 millones, unos u$s 82 millones.
Es decir, del préstamo por u$s 300 millones de dólares, que viene con una tasa del 12,5% anual y la Ciudad tendrá que pagar en su totalidad en 2015 (a la sazón un año electoral, lo que hace más complicada la negociación con cualquier acreedor potencial), la Ciudad estaría necesitando en los dos primeros años aproximadamente la tercera parte.

Reparto de recursos

En lo que hace a la asignación de prioridades, no hay mucho para decir ya que la regla es esperar y ver la ejecución. De nada sirve que se ponga más plata en infraestructura social si después se termina derivando hacia otras áreas (los famosos superpoderes sobre los que habría que debatir en profundidad).

La idea parece ser poder cubrir los eventuales aumentos de salario con un mix de recaudación “no estimada” y subejecución. El problema es cuando vemos qué áreas han sufrido mayores subejecuciones (salud, educación, vivienda y desarrollo social) y qué áreas han sobrejecutado el presupuesto (mantenimiento de la vía pública, recolección de residuos, publicidad oficial). De esa forma ha utilizado Mauricio Macri las autorizaciones legislativas para modificar partidas (incluso las ha usado para eliminar modificaciones concretas a partidas presupuestarias realizadas por la Legislatura en la aprobación de cada presupuesto), por lo que el resultado que tendría aprobar este presupuesto podría implicar una profundización del modelo de destrucción de lo público encarado desde 2007 en adelante.
En todo caso, lo llamativo es que se puede observar un nuevo retroceso en la participación de áreas sociales en el proyecto de presupuesto. Mientras el promedio de aumento ronda el 20%, este es el detalle de lo que aumenta el presupuesto de algunos ministerios, tomando como parámetro de comparación el presupuesto vigente en cada área al cierre del tercer trimestre del 2010:

  • Jefatura de Gobierno, de $ 713 millones a $ 1.179 millones + 40%
  • Justicia y Seguridad, de $ 865 millones a $ 1.305 millones, + 34%.
  • Desarrollo Urbano, de $ 1.013 millones a $ 1.859 millones, + 45%.
  • Ambiente y Espacio Público, de $ 2.210 millones a $ 2.850 millones, + 33%.
  • Salud, de $ 4.131 millones a $ 4.982, + 17%.
  • Desarrollo Social, de $ 1.040 millones a $ 1.252 millones, + 20%.
  • Educación, de $ 5375 millones a $ 6.746 millones, + 20%.
Y resulta que hay plata en el Banco Ciudad...

Otra perla del proyecto de presupuesto es el intento de "hacerse" con $ 374 millones del Banco Ciudad. Hace trece años la Ciudad hizo un aporte de capital al Banco por 100 millones de dólares. En ese momento se estipuló que el Banco sólo debía devolver el 12% de ese monto. El macrismo incluye ahora en el presupuesto un artículo que impone la devolución del 88% restante (algo que no corresponde porque no figura en ninguna norma como sí la norma establecía devolver el 12% y nada más) y se tiran el lance con lo de la "contribución", porque el Banco Ciudad no puede prestarle al Gobierno. Sería casi imposible que el Banco Central apruebe semejante cosa, pero dentro del dibujo que es el presupuesto que enviaron por lo menos les sirve para cerrar más o menos las cuentas (igual el déficit primario es de 1000 millones de pesos). Y si por una de esas logran conseguir el dinero, lo festejarán a lo grande arreglando las veredas de Barrio Parque.

En síntesis, los ejes centrales del presupuesto presentado por Mauricio Macri son la persistencia en un esquema deficitario, con fuerte crecimiento de la deuda (de autorizarse las colocaciones solicitadas para 2011, Macri habrá heredado una deuda de alrededor de u$s 900 millones y concluirá su gestión dejando por lo menos el doble) y una expansión del gasto corriente que se refleja en una baja incidencia del gasto de capital. Este modelo de administración no prevé aumentos salariales ni aumentos en gastos corrientes ajustables por inflación (sobre todo en los más pesados como subsidios a educación privada y recolección de residuos en los que el presupuesto 2011 solicitado equivale a lo que se prevé pagar ya en 2010), que deberían cubrirse con el aumento de la recaudación por encima de lo estimado y con subejecución del gasto de capital. De esta forma, el aumento sustancial que algunas jurisdicciones reflejan en lo que hace a gasto de capital podría implicar que en realidad se intente ocultar la intención de gastar en plazas, veredas y asfalto, y que las subejecuciones recaigan en las áreas sociales, algo a lo que este gobierno nos tiene acostumbrados.

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