Pasaron más de cuatro días desde la muerte de Néstor Kirchner y recién ahora siento que puedo expresar más o menos las cosas que pasan por mi cabeza. Desde que el miércoles bajé a la entrada de mi edificio (porque me desperté tarde y temía haberme perdido el censo) y el encargado me recibió con semejante balde de agua helada me cuesta enormemente escribir, y a la vez siento una mucha necesidad de hacerlo.
¿Por qué no puedo evitar hablar de mí?, ¿por qué me golpea tanto la noticia? Participo activamente en política desde hace aproximadamente diez años y rara vez me conmueven estas cosas, de hecho no tengo nada de cholulo, a pesar de haber estado frente a algunos hombres y mujeres que arrastran o han arrastrado responsabilidades importantes y un conocimiento público más o menos masivo.
Tengo la impresión de que sólo sentí algo apenas parecido con la muerte de Alfonsín. De él, al que le reconozco más errores que aciertos, me quedo con dos hechos, que tal vez apenas fueron palabras, o no: el discurso de cierre de campaña en 1983 y cuando enfrentó una feroz silbatina en la rural, se la bancó y les dijo a todos en la cara su visión de país, sus convicciones.
Néstor
Tal vez sea por eso que me duele tanto la muerte de Néstor Kirchner, porque era un tipo de convicciones, porque en su caso no las dejó en la puerta de la Casa de Gobierno (frase que todo militante debería recordar cada día de su vida). Porque no se limitó a ser un administrador de las relaciones de poder entre los que siempre tuvieron poder, porque los fue enfrentando (y son tantos los que quedan...), porque sabía, tal vez porque también se fue dando cuenta, que sin conflicto no hay cambio, porque chocó con el canto de sirenas de quienes piden consenso para conservar el statu quo y generó mucha crispación, mucho embate, mucha reacción de aquellos que pretenden conservar privilegios a costa de la vida de millones.
Porque los poderes permanentes, esos poderes que nos desprecian a todos y no tienen empacho en envenenarnos la vida cada día, esos poderes que rezan hoy por su eterno descanso cuando en realidad lo venían haciendo hace rato, también lo despreciaban a él, como suelen despreciar a los líderes populares.
Inevitable que no duela cuando se va un tipo que estaba de este lado. Inevitable si tenía un rol central. Pero no nos deja solos. Queda un equipo de Gobierno formado a lo largo de siete años y liderado por quien logró avanzar en cambios que dejan chiquita la gestión 2003-2007, aunque ambas fueron y son de los dos.
Cristina
Hace rato me cuesta entender (tal vez prefiero no hacerlo) que Néstor o Cristina tuvieran intenciones de voto diferentes. Me resultaba extraño que las encuestas dieran hoy un margen mayor a ella que a él, lo mismo que ocurría, pero al revés, cuando se tomó la decisión de que ella fuera candidata.
Recuerdo una amarga conversación con una chica que valoraba muy positivamente el Gobierno de Kirchner pero que no la quería votar a ella. Su decisión era, y así lo hizo, votar en blanco para presidente y votar el resto de la boleta (en ese caso la correspondiente a nuestro espacio político, que "colgó" de la boleta de Cristina y de su candidato a vice una boleta de Diputados). ¿No entendía que no era importante si te caía bien o mal alguno de los dos? ¿No te das cuenta -le decía yo- de que son parte de un mismo proyecto político? ¿De qué te sirvió estudiar ciencia política si te fijás en las carteras que usa ella?
A veces me pregunto si el equivocado soy yo. No tuve el gusto de conocerlos, más allá de verlos a cierta distancia en algún acto, y saber cómo funcionaban en la intimidad. Me imagino que se ponían de acuerdo en las grandes decisiones antes de tomarlas. Y si no lo hacían, si en cada etapa quien tuviera puesta la banda presidencial tomaba la decisión en última instancia, lo menos que puedo hacer es sacarme el sombrero frente a las decisiones que tomó ella: ley de medios, eliminación del nefasto sistema de AFJPs, asignación por hijo, matrimonio igualitario y la lista es larga pero no me da para hacer un raconto ahora. Todo ello sin dejar de administrar muy responsablemente los recursos del Estado (pucha que me toca ver exactamente lo contrario día a día en mi trabajo).
Tendrá que torear muchas dificultades. Le van a plantear necesidad de cambios, diciéndole que de esa forma mostrará fortaleza y decisión o de lo contrario debilidad, y si llega a cambiar aunque sea un subsecretario bien desconocido, dirán que eso demuestra que recién ahora asume el poder porque el que gobernaba antes era Néstor.
Futuro
Cuando Néstor Kirchner asumió la presidencia del Partido Justicialista, francamente esperé que lo hiciera para ampliar la base de sustentación del kirchnerismo, pero la verdad es que el resultado (es cierto que no totalmente asignable a la voluntad de Néstor y Cristina) fue que muchos sectores que acompañaron las políticas implementadas desde 2003 a través de la denominada "transversalidad", se fueron alejando del Gobierno. Creo que en buena medida la disputa por la ley de medios contribuyó a delimitar un poco mejor de qué lado está cada uno y es necesario que en el campo nacional y popular vuelva a haber cohesión para evitar el éxito de la fuerte reacción que se inició con el paro agrario de 2008. Sé que es difícil, que cualquier opinión distinta (y me refiero a las que surgen de "buena leche") es casi tomada como una traición desde el Gobierno, y que desde el otro lado hay muchos resquemores hacia la estructura del peronismo. Es cierto: el peronismo logró a mediados del siglo pasado la mejor distribución del ingreso de nuestra historia (y yo creo que este gobierno lo reivindica en su accionar), así como también llevó a cabo la más formidable destrucción del tejido social encarada desde un gobierno elegido en democracia como fue la de los '90. Todavía forman parte de su universo los que añoran esa década.
Es necesario unir el espacio nacional y popular en toda su riqueza de variantes y quienes tienen un rol deben hacerlo con la responsabilidad que implica sostener una agenda de cambios que hay que consolidar y profundizar. Desde el Gobierno tratando de distinguir las críticas de buena fe del resto y desde el progresismo no PJ dejando de poner como excusa permanente el análisis del pedigree de los compañeros de ruta cuando se torna indispensable (y vuelvo al debate sobre la ley de medios como un faro que debe alumbrar nuestro recorrido en el sentido de que como nunca antes pudimos ver las caras verdaderas del poder en la Argentina) no tirar por la borda todo lo hecho hasta ahora.
Las experiencias que pude vivir en Plaza de Mayo me dejan en cierto modo tranquilo. En mi vida cotidiana tengo que discutir habitualmente con gente que odia a este gobierno y a las políticas que lleva a cabo, y francamente mucho tiempo me sentí bastante solo en eso (el nombre de mi blog algo tiene que ver). De alguna manera, descubrir blogueros (hoy destino más tiempo a leer blogs que diarios) que detrás de una pc llevan adelante una cruzada contra el poder como pulgas que pican al conductor de la locomotora (como decía Libertad en "Mafalda") me había hecho sentir acompañado, pero lo de la plaza me resultó francamente esperanzador: cientos de miles de personas que se acercaron a llorar, a abrazarse, a hacer una fila muy gruesa que recorría la Avenida de Mayo hasta la 9 de julio y regresaba por la calle Rivadavia, a despedir a un líder que les había hecho volver a creer en una política que puede elegir defender los intereses de los que menos tienen. A acompañar en su dolor a la Presidenta de la Nación.
Por sobre todo, la enorme mayoría de ellos gente joven. Joven de verdad, de veintipico o menos, un inmenso mar de jóvenes de una generación que va a ser sostén de la defensa de un país para todos a lo largo del futuro, gente que gracias a él y ella adquirió un compromiso militante que mi generación (tengo 37) pasó completamente de largo gracias a los ´90 y a esa cultura gerencial de la política que lamentablemente hoy gobierna aún en la Ciudad de Buenos Aires.
Gracias Néstor. Mucha fuerza Cristina.
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