El miércoles pasado el Tribunal Oral Federal 5 condenó a dieciséis de los dieciocho acusados (doce de ellos a cadena perpetua), por los horrores cometidos en la ESMA durante la última dictadura militar. Poco se puede agregar al sentimiento de justicia que surge de un fallo que hubo que esperar por décadas.
No fue un problema de leyes. Fue la política, que les dio primero a estos criminales las leyes de obediencia debida y punto final y luego los indultos. La política, a partir de la lucha incansable de los organismos de derechos humanos, promovió la renovación de la Corte menemista y la anulación de esas leyes e indultos, iniciativas tomadas por Néstor Kirchner a partir de 2003, para poner las cosas en su lugar.
En el contexto de un fallo tan importante como histórico, en el que un país se hace cargo de las atrocidades cometidas en nombre del Estado, poner el acento en otro lado suena bastante feo. Decir "lo de la ESMA me parece bien, pero también habría que..." es una forma de mostrar disconformidad con una condena más que justa.
Cuando lo hace un medio de comunicación, de larga trayectoria junto a los sectores del golpismo y la represión ilegal, digamos que se nota bastante.
Cuando lo hace un medio de comunicación, de larga trayectoria junto a los sectores del golpismo y la represión ilegal, digamos que se nota bastante.
El diario La Nación saca hoy una editorial titulada "Derechos Humanos para todos" en la que dice lo siguiente:
"Las condenas del primer juicio por los crímenes cometidos en la ESMA han sido un paso adelante contra la impunidad. Pero también hay que reconocer que, mientras tanto, se opta por ignorar y no sancionar a los culpables de las demás víctimas, e incluso las de civiles, totalmente ajenas al conflicto de los años 70. Falta una lucha solidaria e integral por los derechos de todos los involucrados en aquella tragedia de nuestra historia." (la negrita es mía)
Bien podría tratarse de un grito de más justicia. Sería lógico pensar que como dice el subtítulo de la nota "La búsqueda de la verdad y la justicia respecto de lo ocurrido en los años 70 debería realizarse sin ninguna impunidad". No en el momento indicado, pero podría creerse que el periódico de Bartolomé Mitre considera efectivamente que debe juzgarse los crímenes de la dictadura. No obstante, revisando el archivo encontramos otra editorial, esta vez del año 2004:
"Desde esta columna hemos condenado duramente los aberrantes crímenes perpetrados hace más de un cuarto de siglo por los llamados grupos de tareas del gobierno militar en el marco de la llamada represión ilegal. Y hemos afirmado que esos actos delictivos fueron más graves aún que los ejecutados por el terrorismo subversivo, pues provenían de una utilización perversa de las estructuras del Estado. Pero eso no significa que los argentinos debamos dejar de lado el principio de la seguridad jurídica, pilar de toda sociedad organizada sobre la base del respeto a los derechos individuales. La ciudadanía tiene con demasiada frecuencia la sensación de que algunos sectores ideológicos intentan manipular los enfrentamientos del pasado con el fin de capitalizarlos políticamente. Cuanto se haga para desalentar esa clase de maniobras será de inestimable valor para la recuperación del espíritu de unidad y paz social sobre el cual deberá sustentarse el país del futuro." (la negrita es mía)En ese momento no era una preocupación la impunidad de los crímenes de nadie. En nombre de la "pacificación", bien se los podía dejar pasar. Es más,
La propia declaración del magistrado sobre la necesidad de "desarticular el esquema de impunidad" en el país delata cuánto hay en su pronunciamiento de oportunismo estratégico, en el contexto de una fuerte politización del tema de la revisión judicial de los hechos de violencia de la década del 70.Se les nota, muchachos. Si pueden, vean el fallo, escuchen el listado de atrocidades comprobadas por la justicia y si les queda algo de estómago, recapaciten acerca de lo que están defendiendo:
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