lunes, 23 de noviembre de 2015

Puerta 12


Bien. Terminó la campaña y tenemos un nuevo Presidente. Acá hay como una docena de facturas que pienso devorarme en privado, qué se yo, es como entiendo la militancia. Para encontrar culpables están los jueces, y ni siquiera ellos lo logran.
No hay que enojarse con la realidad. Hay que analizarla. Sale adelante el que se levanta más rápido. Y como no queremos perder el tiempo, empezamos a puntear el país que se viene.

Revolución de la alegría

La revolución de la alegría, el diálogo y el consenso ya empezó. Yo la imaginaba así: Macri llegando a la Casa de Gobierno y los muchachos del círculo rojo esperándolo con unos papeles para firmar, con alguno de ellos sentado incluso en el sillón de Rivadavia. Me equivoqué: ya había arrancado en los últimos días con el reparto de cargos del triunfo que auguraban las encuestas, y hoy mismo el diario La Nación pide en su editorial que los festejos incluyan una suelta de genocidas.
En esa línea nos encontramos con la renuncia de Sanz a integrar el gabinete del nuevo gobierno. Lo que parecería un récord mundial de radicalismo (renunciar incluso antes de asumir), es en realidad el producto de la decisión de no entregarle a Techint la Jefatura de Gabinete y dejar en ese cargo a alguien propio, como relata esta nota de La Política On Line:


Este juego entre las presiones del poder económico y el Presidente electo lo vimos en los últimos meses con Macri bancando a su comando de campaña (ustedes sigan sin tomarse a Durán Barba en serio). Pero una cosa es la discusión sobre la táctica electoral y otra el reparto de beneficios. Dicho de otra manera: qué se llevan los inversores y quien lo paga.
¿Cómo hacer para bajar retenciones, eliminar subsidios, devolverle negocios a Clarín, pagarle  a los Fondos Buitre, volver al FMI y otras linduras sin una crisis que las "justifique"?, ¿que margen deja el haber ganado apenas por 2,8%?
¿Cómo hacer para aguantar la presión de los grupos económicos para producir lo antes posible un buen traspaso de recursos de los sectores medios y bajos hacia arriba, con la promesa de un derrame posterior que compense el daño?
Maquiavelo decía que "las ofensas deben inferirse de una sola vez para que, durando menos, hieran menos; mientras que los beneficios deben proporcionarse poco a poco, a fin de que se saboreen mejor.". ¿Le harán caso?

Macri tiene, además de la presión de los grupos económicos por llevarse su parte de la torta, segundas y terceras líneas que, o bien pertenecen a esos grupos o creen que es beneficioso ceder en sus demandas. Cualquier esquema de gradualismo tiene resultado incierto, porque desata internas, pero entregar todo lo debilitaría demasiado. El ajustado margen electoral encuentra una masa de ciudadanos que no sólo quedaron del otro lado, sino que se comprometieron fuerte con la campaña. Quienes quedemos en la oposición tal vez tengamos que esperar a ver quien puede asumir el liderazgo, pero aún sin ese liderazgo no serán pocas las voces que ante cada medida de Macri recuerden a sus votantes que les habían avisado sobre lo que iba a pasar.
Habrá que ver en qué medida logran instalar que cualquier desastre que hagan es responsabilidad del Gobierno que se fue. Me imagino que nos acostumbraremos a leer y escuchar la palabra "sinceramiento" en forma más que habitual. ¿Lograrán instalar que las tarifas de servicios de luz, agua y transporte baratos, las paritarias que dan pelea a la inflación y el bajo índice de desempleo son en realidad un mundo ficticio?, ¿Podrán hacer creer a quienes pierdan el laburo o sientan el bolsillo más flaco que antes vivían en una burbuja menos beneficiosa?
La impresión es que vamos a una dinámica muy fuerte en los primeros dos años de Gobierno. El macrismo espera recuperar la economía poniendo plata en los sectores más concentrados de la economía intentando recuperar márgenes de ganancia que muevan al resto (construcción, por ejemplo), compensando con deuda el déficit del Estado (tanto en materia de gasto como de movimiento de divisas) y en lo posible desarrollando un plan de obras. En el medio, las medidas que podemos esperar deberían golpear al consumo (devaluación, eliminación de subsidios) y al empleo en una medida que difícilmente pueda compensar el comercio exterior (caída de importaciones, aumento de las exportaciones). Afuera la cosa no está tan linda como algunos creen.
Si fracasa, enfrentará una elección de medio término en la que puede quedar seriamente dañado el futuro de la Alianza Cambiemos (recordemos que en las PASO Macri fue la opción para sólo uno de cada cuatro votantes, lo que obtuvo después es por ahora prestado). Si tiene éxito, probablemente estemos frente a un gobierno que se extienda, como mínimo, por 8 años.
Más adelante les cuento.

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