La política argentina se caracteriza por no ser una política de partidos sino de personas. No seguimos plataformas sino candidatos y los candidatos hacen con nuestro voto lo que quieren.
Ya ni siquiera se plantean propuestas, los que van primeros en las encuestas tratan de pasar desapercibidos y los que vienen de abajo tratan de ensuciarlos como sea. Si lo logran (muchas veces no hace falta mentir ni inventar nada para ello), los candidatos se caen más allá de las ideas que defiendan.
No hace falta tener buenas propuestas, hay que presentar un candidato con cara de buen tipo, simpático y entrador, y si es posible respaldado por un enorme caudal de dinero que no esperamos que trate de recuperar sino que tomamos como garantía de honestidad: "Si tiene plata no necesita robar"
En el medio de todo esto no reparamos en que un candidato que no expone claramente sus ideas es el más fácil de comprar. La "independencia" habilita a darse vuelta como el más panqueque. No pensamos en lo útil que sería votar partidos con agendas claras, en las que las decisiones de los que ocupan cargos tengan un fuerte asidero.
Encima nos enfrascamos en una discusión sobre las denominadas "candidaturas testimoniales" en las que, reconozcamos, no medimos de acuerdo al hecho en sí sino a qué tan simpático nos parece cada candidato. Todo esto porque seguimos buscando candidatos y no partidos, y en el medio no discutimos políticas sino que discutimos cortes de pelo, carteras y sonrisas.
Algo parecido ocurre con los casos de transfuguismo (Borocotó el más famoso). Si el que abandona un partido nos parece simpático lo aprobamos, y si no nos parece una aberración. Como muestra, se puede ver que la lista de legisladores del partido perjudicado por el salto en el aire que dio el pediatra televisivo lleva hoy un candidato que fue elegido por la boleta del macrismo en 2003, que luego se pasó al kirchnerismo durante su mandato, que fue candidato de una de las listas que apoyaban a Telerman en 2007 y terminó asumiendo ese mismo diciembre como funcionario del área de la Vicejefa de Gobierno.
Más allá del caso particular, seguimos en la misma. Nos parece mal en el fondo que haya partidos políticos, que reciban fondos del Estado suficientes para funcionar y pagar campañas razonables, y jamás estaríamos dispuestos a castigar a los tránsfugas porque llegado el caso podríamos estar de acuerdo o actuar como ellos.
No es raro entonces que los partidos deban recurrir a candidatos testimoniales, pero deberíamos preguntarnos cuáles son los motivos por los que Kirchner o Michetti sacarán en sus distritos por lo menos 20 puntos más que lo que sacaría otro candidato de sus fuerzas políticas.
De nada sirve reparar en las características personales para sacar conclusiones respecto de proyectos políticos. ¿Te preguntaste alguna vez que tanto conocés a tu político favorito? No son las declaraciones juradas ni las empresas de marketing nuestro mejor resguardo a la hora de votar. La mejor garantía de control sobre un político es a través de las ideas que expresa.
Muy bueno, estoy de acuerdo en que ya no se votan ideologías políticas, sino personas esto no es nuevo, pero lo terrible de esta situación es que muchos de esos candidatos/as, tiene un personalidad opuesta a la que vende su imagen, (podría ejemplificar esto con varios nombre ) y se aprovechan de eso para rotar de una candidatura a otra.
ResponderEliminarTiempo al tiempo, que a todos se nos cae la careta en algún momento. Los argentinos somos lentos pero al final nos damos cuenta, ese es el problema que siempre nos damos cuenta de las cosas cuando ya no hay retorno. Posiblemente estemos atravesando por una crisis evolutiva tanto en lo político como en lo institucional. Los psicólogos dicen que después de una crisis se produce una etapa de crecimiento, TENGAMOS FE UNA VEZ MÁS.
Hasta que edad se sigue creciendo?????
La Tana Ferro