El Gobierno de Macri ha logrado votar hoy una ley (en primera lectura, todavía no es definitiva su aprobación) por la que se desafecta del dominio de la Ciudad de Buenos Aires tres terrenos en la zona de Catalinas. La norma, que adecuadamente Página 12 consideró la “Ley de la Inmobiliaria Macri”, permite vender esos terrenos y construir torres de un total de aproximadamente 150.000 metros cuadrados, lo que hoy tiene un valor de mercado de aproximadamente 600 millones de dólares (al cambio de hoy más de 2.200 millones de pesos). Todo ello a cambio de obtener unos 300 millones de pesos que se destinarán supuestamente a la construcción de escuelas.
La ley fue votada por los bloques del PRO, del kirchnerismo, del telermanismo y del Socialismo y recibió la negativa del ibarrismo, la Coalición Cívica y la izquierda.
La Ciudad de Buenos Aires tuvo un presupuesto en 2008 de $ 388.340.000 para obras en educación, pero se gastaron en construcciones poco menos de 100 millones de pesos. Por lo menos 125 millones de pesos de lo que la Legislatura votó para obras en Educación se destinaron finalmente (y gracias a los superpoderes que Michetti dice que no va a votar en el Congreso Nacional pero que su partido se hizo votar en la Legislatura) a la reparación de veredas, algo que sin duda tiene un mayor impacto electoral.
Para el año 2009 el macrismo fue un poco más modesto en su solicitud de presupuesto. Podríamos criticar la caída de la inversión prevista tanto en términos nominales como reales (la inflación juega su parte en esto), pero estaríamos comparando con algo que no se hizo. El presupuesto que se votó fue de exactamente $ 300 millones para obras, lo que implica que no se prevé gastar nada que no provenga de la enajenación de estas tierras públicas. Así las cosas, el discurso respecto de la venta de tierras públicas con destino educacional equivale a reconocer que sin ese dinero el Gobierno de la Ciudad no invertiría ni un peso este año en arreglar o en construir escuelas.
Para una mejor comprensión, tal vez sea necesario reparar en que la “afectación específica” de los ingresos no siempre es tal. Los ingresos del Estado van a parar a una gran caja que distribuye los fondos de acuerdo a lo que establece el presupuesto, y las afectaciones específicas sirven como piso al gasto en un determinado rubro. Si el monto que se recauda es inferior a lo que se establece como gasto habitual, la afectación no es más que verso. El gasto en Educación en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires tiene un fuerte componente salarial y su participación en el presupuesto de la Ciudad, como muestra el cuadro que podemos ver a un costado de esta nota, será en 2009 la más baja de los últimos diez años.
Las excusas para hacer negocios con bienes públicos suelen ser a la vez burdas y demagógicas. Este es un claro ejemplo de ello.
La ley fue votada por los bloques del PRO, del kirchnerismo, del telermanismo y del Socialismo y recibió la negativa del ibarrismo, la Coalición Cívica y la izquierda.
La Ciudad de Buenos Aires tuvo un presupuesto en 2008 de $ 388.340.000 para obras en educación, pero se gastaron en construcciones poco menos de 100 millones de pesos. Por lo menos 125 millones de pesos de lo que la Legislatura votó para obras en Educación se destinaron finalmente (y gracias a los superpoderes que Michetti dice que no va a votar en el Congreso Nacional pero que su partido se hizo votar en la Legislatura) a la reparación de veredas, algo que sin duda tiene un mayor impacto electoral.
Para el año 2009 el macrismo fue un poco más modesto en su solicitud de presupuesto. Podríamos criticar la caída de la inversión prevista tanto en términos nominales como reales (la inflación juega su parte en esto), pero estaríamos comparando con algo que no se hizo. El presupuesto que se votó fue de exactamente $ 300 millones para obras, lo que implica que no se prevé gastar nada que no provenga de la enajenación de estas tierras públicas. Así las cosas, el discurso respecto de la venta de tierras públicas con destino educacional equivale a reconocer que sin ese dinero el Gobierno de la Ciudad no invertiría ni un peso este año en arreglar o en construir escuelas.
Para una mejor comprensión, tal vez sea necesario reparar en que la “afectación específica” de los ingresos no siempre es tal. Los ingresos del Estado van a parar a una gran caja que distribuye los fondos de acuerdo a lo que establece el presupuesto, y las afectaciones específicas sirven como piso al gasto en un determinado rubro. Si el monto que se recauda es inferior a lo que se establece como gasto habitual, la afectación no es más que verso. El gasto en Educación en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires tiene un fuerte componente salarial y su participación en el presupuesto de la Ciudad, como muestra el cuadro que podemos ver a un costado de esta nota, será en 2009 la más baja de los últimos diez años.
Las excusas para hacer negocios con bienes públicos suelen ser a la vez burdas y demagógicas. Este es un claro ejemplo de ello.
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