En la primera nota de las cuatro que componen este análisis del proyecto de modificaciones a las normas electorales enviado por el Poder Ejecutivo Nacional al Parlamento, mencionábamos que uno de los cuatro ejes del mismo trataba sobre las condiciones para que los partidos puedan presentar candidatos. La fórmula elegida es un sistema denominado "PASO": Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias."
Uno de los costados del esquema es que la convocatoria a internas se realiza en función de la fecha que fije el Poder Ejecutivo para las elecciones generales (Presidente y/o Senadores y/o Diputados), un aspecto en el que se retrocedió en 2009 luego de eliminarse la fecha fija para las elecciones de cada año electoral y regresar al sistema de llamado en función de los intereses del Poder Ejecutivo. Como en este caso la elección primaria debe realizarse entre 60 y 90 días antes de la elección general los partidos (sobre todo los nuevos) quedan presos de las posibles maniobras de quienes tengan a su cargo la administración del Estado Nacional. Nada mal estaría que en todo caso se vuelva a establecer una fecha fija para las elecciones cada dos años, fijando en todo caso también una fecha para la realización de internas, y que las reglas de juego sean las mismas para todos, especialmente con los problemas que los diferentes partidos y candidatos enfrentarán en 2011 si es que se avanza en esta reforma.
Cabe destacar que las internas son obligatorias no sólo para los votantes, sino también para todos los partidos, incluidos aquellos que presenten una única lista. El sistema de votación será el mismo que en las elecciones generales, con la particularidad de que en el cuarto oscuro los electores tendrán a su disposición boletas de todos los candidatos de la totalidad de las agrupaciones políticas (partidos, alianzas, confederaciones) que se presenten.
Además, los candidatos que deseen participar de las internas deberán presentar adherentes en la forma en que lo establezca "cada Carta Orgánica Partidaria o Reglamento de Alianza Electoral", con un piso aproximado de 28.000 en el caso de candidatos a Presidente y Vice (uno por mil del padrón nacional repartidos en al menos cinco distritos) y del dos por mil hasta un millón (dos mil en los distritos más poblados) para la presentación de precandidaturas a Senadores y Diputados.
De los fundamentos del proyecto surge que esta forma de elección de candidatos "implica por una parte que el electorado se involucre y, por otra, imprime de mayor representatividad y legitimidad a los precandidatos electos por cada agrupación política". Verdaderamente es bastante opinable esta afirmación, básicamente porque la experiencia reciente de intentar obligar a los partidos a realizar internas abiertas tuvo exactamente el efecto contrario: la mayoría las abandonó por completo.
Es posible así que los partidos exijan en sus cartas orgánicas que los avales provengan de afiliados al partido, algo que podría reducir enormemente las chances de que exista competencia interna, pero más allá de eso es muy importante pensar si este mecanismo fortalece a los partidos o los debilita. Nadie podría negar que un mayor caudal de votos en la interna puede dar mayor sustento a una candidatura, pero el rol de los afiliados (requisto que para la ley ni siquiera es obligatorio si se desea ser candidato) disminuye notablemente, y las candidaturas han de surgir ya no de quienes mejor representan a un partido, sino del resto de la sociedad, algo que claramente juega a favor de quienes puedan tener mayor exposición mediática.
Tal vez sea mejor expresarlo con un ejemplo: cuando se formó la denominada Alianza, Fernando De la Rúa no tenía mayoría dentro de su propio partido (aunque las encuestas lo mostraban como el mejor candidato que la UCR podía presentar si quería competir en serio por la presidencia) y para nada su estilo bastante conservador congeniaba con el perfil que durante mucho tiempo había mostrado el Frepaso en cuanto a su construcción política. No obstante ello, a través de internas abiertas se lo convirtió en el candidato de dos fuerzas políticas que poco a poco lo fueron abandonando una vez que ya en el cargo el rumbo de la política se alejó de lo que la Alianza suponía representar.
Es seguramente mi punto de vista y puede no ser compartido, pero considero mejor para fortalecer los partidos brindar elementos para que crezca su actividad interna (el financiamiento para la actividad permanente de los partidos es casi inexistente, al menos la parte que se hace en blanco desde el Estado), y alentar el involucramiento de los ciudadanos a través de la afiliación y la participación dentro de los partidos, y no haciendo exactamente lo contrario. Más aún, si un candidato gana una interna abierta cuando la hubiera perdido en caso de ser cerrada, su fracaso en la gestión será una carga inmerecida para el partido así como ocurriría lo contrario con su éxito.
También habría que analizar con mayor detenimiento este objetivo de "involucrar" a los ciudadanos a través de la obligación de votar en internas. Cuesta creer que los argentinos seamos un poco más propensos a hacernos cargo de lo que elegimos por estar obligados a votar en las internas de los partidos, sobre todo cuando no lo hacemos ahora que en las elecciones generales el universo de candidatos y partidos tiende al infinito y hay para todos los gustos.
Un último aspecto de la Reforma es que se exige un piso de votos del 3% (se suma a estos efectos los votos de todas las líneas internas de cada agrupación) sobre el total de los votos válidos de las PASO para que una precandidatura sea proclamada, un requisito que seguramente barrerá con buena parte de los partidos pequeños ya en las elecciones internas y que parece demasiado alto (tal vez sería más razonable un porcentaje cercano al 1%). Puede incluso ocurrir que un candidato a presidente se quede afuera habiendo sacado el 2,9% de los votos con una lista única y que un partido que lleve diez candidatos que entre todos apenas superen el 3% logre proclamar a uno de ellos a pesar de que saque un 1,2%, por ejemplo.
Más allá de este detalle, es destacable tener en cuenta que de todas maneras con este sistema sería más que razonable incorporar la boleta única a la elección general, habida cuenta el reducido número de opciones que han de quedar para la misma.
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