lunes, 22 de febrero de 2010

Inundando Buenos Aires


Pienso que uno de los rasgos de nuestra pobre cultura política radica en la facilidad con la que todos caemos en repetir la frase "los políticos mienten", como si no tuviéramos responsabilidad en ello. Votar a candidatos que nos ofrecen soluciones espectaculares a nuestros problemas y paraísos terrenales a la vuelta de la esquina también debería obligarnos a hacer algún replanteo de las cosas, a fijarnos un poco si no tenemos alguna culpa cuando compramos alegremente espejitos de colores.
Uno de esos espejitos debutó con un furioso color amarillo allá por 2007, con cartelitos como el que ilustra este artículo.
En una semana en que la Ciudad se inundó feo por lo menos dos veces (mientras escribo la nota preparamos los botes para la que parece ser la tercera), asistimos al coro de excusas de un Gobierno de la Ciudad acéfalo por vacaciones que incluyó faltas de alertas meteorológicos, obras en curso, dudosas actitudes de aguas provenientes de otras jurisdicciones, vecinos muy PRO y a la vez terriblemente mugrientos, empresas privatizadas que se echan la culpa mutuamente con los reyes de la privatización y por supuesto el siempre buen recurso de la herencia recibida. Sólo falto San Pedro, pero no da para seguir sumando conflictos con la iglesia católica.
Si de espejitos de colores se trata, es nuestra culpa creer que una Ciudad situada al nivel del mar, recorrida bajo su superficie por un importante caudal de agua y con un ambiente propicio para tormentas de verano no pueda inundarse nunca. Prometer eso es de versero y creerlo es de ignorante. Pero tanta inundación, sin tanta agua como en otras ocasiones, con más obras hechas, debería llamarnos la atención. Más allá de las excusas, algo ocurre.
Tengo pendiente escribir un detalle de cómo ha hecho Macri para endeudar a la Ciudad mucho en muy poco tiempo. Básicamente algo he comentado al respecto, pero la política ha sido suplir la falta de acceso a mercados de deuda con el retraso de los pagos a proveedores, y eso tiene algo de incidencia en lo que está pasando por estos días. Por lo menos es lo que explica la evolución del gasto en limpieza de sumideros desde que asumió Macri, y cómo impactó la política de aumento de la deuda flotante en ese aspecto de la gestión.
Basta ver la evolución del gasto en los últimos tres periodos:
2007: $ 66.109.756,47
2008: $ 68.898.359
2009: $ 60.725.485,71.
Dos cuestiones surgen claramente de esas cifras. En el año 2009 se gastó menos que en los dos años anteriores, a pesar de que se trata de contratos con el sector privado sujetos a procesos de redeterminaciones de precios producto de la inflación, y en términos reales el gasto del 2008 también es sensiblemente inferior al del año precedente. Aún concediendo que pueda haber mejoras en los precios (algo que no se verifica -más bien lo contrario- a lo largo de toda la gestión de Mauricio Macri), resulta muy difícil creer que bajando el gasto se puedan limpiar mejor los sumideros y así impedir que cualquier nivel de lluvias provoque una inundación.
Por otra parte, la política de endeudamiento de la Ciudad a través de la deuda flotante (el atraso en el pago a proveedores) tuvo en 2008 un especial impacto en muchas áreas sensibles de Gobierno, entre las que se encuentra el servicio de mantenimiento de los desagües pluviales. Mientras la deuda flotante del 2007 equivalía a unos dos meses de atraso en los pagos ($ 11.330.895,65 sobre los $ 66.109.756,47 que mencionamos más arriba), la del año 2008 alcanzó los seis meses ($ 33.741.968,79 sobre $ 68.898.359). Si el Ministro de Economía de la Ciudad no mintió a los legisladores cuando presentó el presupuesto (algo muy difícil si la Ciudad volvió a cerrar sus cuentas con déficit en 2009), la deuda flotante al cierre del ejercicio en diciembre pasado está por lo menos a los mismos niveles del año 2008, con lo que el atraso se puede estimar al menos del mismo nivel.

1 comentario:

  1. Con la ejecución presupuestaria del 4to trimestre del 2009 ya en mis manos puedo confirmar que la deuda flotante de la Ciudad aumentó $ 100 millones en 2009 respecto del cierre de 2008, totalizando casi $ 2.000 millones.

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